Buenos Aires, Argentina.
Argentina llegó a un acuerdo para pagar US$9.700 millones que debe al Club de París. Se trata de la medida más reciente por parte del país para resolver sus disputas de deuda, que los analistas interpretan como una estrategia para acceder a financiamiento externo.
Buenos Aires dijo el jueves que cancelará su deuda con el Club de París en un plazo cinco años, con un primer pago de US$650 millones en julio seguido por otro de US$500 millones en mayo de 2015.
El Club de París, que representa los intereses de 19 países acreedores, dijo por su parte que las agencias de crédito a la exportación de sus países miembros pueden reanudar negocios con Argentina.
“Es una muestra de que Argentina aspira a una mejor relación con sus acreedores, necesaria para un acceso a financiamiento e inversión extranjera directa”, señaló Sebastián Vargas, economista sénior de Barclays Capital.
El acuerdo con el Club de París llega después de que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner entregó alrededor de US$5.000 millones en bonos soberanos a la petrolera española Repsol, en indemnización por la expropiación de una participación controladora en su división local hace dos años.
El año pasado, el gobierno también pagó alrededor de US$500 millones para resolver demandas civiles de empresas extranjeras que se vieron afectadas por la crisis económica en 2001. Argentina ha reestructurado sus deudas sin causar daños económicos a su población, aseguró Jorge Capitanich, jefe de gabinete de Fernández de Kirchner, en una conferencia de prensa.
El entusiasmo reciente de Argentina por negociar con sus acreedores coincide con una escasez de divisas extranjeras que ha obligado al gobierno a devaluar el peso y limitar las importaciones para asegurarse de que el Banco Central tenga suficientes dólares disponibles para estabilizar la moneda local.
El acuerdo del jueves podría darle a Argentina acceso al seguro crediticio, garantías de préstamo y financiación que otorgan las agencias de crédito a la exportación de los países miembros del Club de París. Pero no está claro si se traducirá en un alivio inmediato para la escasez de dólares del país o si desatará una muy necesaria ola de inversión extranjera directa.
“Creo que en el corto plazo los efectos sobre el flujo de dólares son negativos porque habrá más pagos que los ingresos de efectivo netos, pero a mediano plazo será positivo porque estará resolviendo uno de los temas clave pendientes que podría a la larga atraer más dinero”, dice Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs.
Los inversionistas extranjeros tienen razones de sobra para pensar muy bien antes de comprometerse a inyectar dinero fresco a una economía que sufre de una moneda inestable y una inflación anual de más de 30%.
Años de inflación alta causada por el gasto excesivo del gobierno ha provocado que los argentinos y los extranjeros retiren miles de millones de dólares del país desde que Fernández de Kirchner asumió el poder en 2007.
Después de alcanzar un cenit de US$52.600 millones en enero de 2011, las reservas en moneda extranjera de Argentina se acercan a mínimos de ocho años, lo que ha generado nervios entre los inversionistas que temen que el país pueda quedarse sin dólares suficientes para pagar a sus tenedores de bonos y defender su moneda.
Después de caer a US$26.700 millones a principios de abril, el inicio de la cosecha de soya ha elevado las reservas a US$28.500 millones. Se espera que las reservas vuelvan a caer en el segundo semestre del año, cuando culmine la cosecha de la soya y las importaciones de combustible del otoño consuman los dólares.
El presidente del banco central, Juan Carlos Fábrega, se mostró optimista durante una conferencia el miércoles, cuando dijo que preveía que las reservas terminarían el año en alrededor de US$28.000 millones. El gobierno argentino no puede elevar los dólares para vender bonos en el exterior debido a demandas ligadas a su cesación de pagos en 2001.
Los inversionistas renegociaron alrededor de 93% de los bonos incumplidos en canjes de deuda con altos descuentos en 2005 y 2010. Sin embargo, un pequeño grupo de fondos de cobertura demandaron el pago total en un caso que ha llegado hasta la Corte Suprema de Estados Unidos.
Si el próximo mes los jueces rechazan atender la apelación de Argentina al fallo de una corte inferior, el gobierno tendrá que escoger entre faltar a su promesa de nunca pagarles a los fondos de cobertura o arriesgarse a que el gobierno incumpla sus bonos en circulación.
“Con el acuerdo con el Club de París, el único tema por resolver en términos de la agenda financiera (de Argentina) son los acreedores”, que exigen el pago total, dijo Vargas.
Argentina llegó a un acuerdo para pagar US$9.700 millones que debe al Club de París. Se trata de la medida más reciente por parte del país para resolver sus disputas de deuda, que los analistas interpretan como una estrategia para acceder a financiamiento externo.
Buenos Aires dijo el jueves que cancelará su deuda con el Club de París en un plazo cinco años, con un primer pago de US$650 millones en julio seguido por otro de US$500 millones en mayo de 2015.
El Club de París, que representa los intereses de 19 países acreedores, dijo por su parte que las agencias de crédito a la exportación de sus países miembros pueden reanudar negocios con Argentina.
“Es una muestra de que Argentina aspira a una mejor relación con sus acreedores, necesaria para un acceso a financiamiento e inversión extranjera directa”, señaló Sebastián Vargas, economista sénior de Barclays Capital.
El acuerdo con el Club de París llega después de que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner entregó alrededor de US$5.000 millones en bonos soberanos a la petrolera española Repsol, en indemnización por la expropiación de una participación controladora en su división local hace dos años.
El año pasado, el gobierno también pagó alrededor de US$500 millones para resolver demandas civiles de empresas extranjeras que se vieron afectadas por la crisis económica en 2001. Argentina ha reestructurado sus deudas sin causar daños económicos a su población, aseguró Jorge Capitanich, jefe de gabinete de Fernández de Kirchner, en una conferencia de prensa.
El entusiasmo reciente de Argentina por negociar con sus acreedores coincide con una escasez de divisas extranjeras que ha obligado al gobierno a devaluar el peso y limitar las importaciones para asegurarse de que el Banco Central tenga suficientes dólares disponibles para estabilizar la moneda local.
El acuerdo del jueves podría darle a Argentina acceso al seguro crediticio, garantías de préstamo y financiación que otorgan las agencias de crédito a la exportación de los países miembros del Club de París. Pero no está claro si se traducirá en un alivio inmediato para la escasez de dólares del país o si desatará una muy necesaria ola de inversión extranjera directa.
“Creo que en el corto plazo los efectos sobre el flujo de dólares son negativos porque habrá más pagos que los ingresos de efectivo netos, pero a mediano plazo será positivo porque estará resolviendo uno de los temas clave pendientes que podría a la larga atraer más dinero”, dice Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs.
Los inversionistas extranjeros tienen razones de sobra para pensar muy bien antes de comprometerse a inyectar dinero fresco a una economía que sufre de una moneda inestable y una inflación anual de más de 30%.
Años de inflación alta causada por el gasto excesivo del gobierno ha provocado que los argentinos y los extranjeros retiren miles de millones de dólares del país desde que Fernández de Kirchner asumió el poder en 2007.
Después de alcanzar un cenit de US$52.600 millones en enero de 2011, las reservas en moneda extranjera de Argentina se acercan a mínimos de ocho años, lo que ha generado nervios entre los inversionistas que temen que el país pueda quedarse sin dólares suficientes para pagar a sus tenedores de bonos y defender su moneda.
Después de caer a US$26.700 millones a principios de abril, el inicio de la cosecha de soya ha elevado las reservas a US$28.500 millones. Se espera que las reservas vuelvan a caer en el segundo semestre del año, cuando culmine la cosecha de la soya y las importaciones de combustible del otoño consuman los dólares.
El presidente del banco central, Juan Carlos Fábrega, se mostró optimista durante una conferencia el miércoles, cuando dijo que preveía que las reservas terminarían el año en alrededor de US$28.000 millones. El gobierno argentino no puede elevar los dólares para vender bonos en el exterior debido a demandas ligadas a su cesación de pagos en 2001.
Los inversionistas renegociaron alrededor de 93% de los bonos incumplidos en canjes de deuda con altos descuentos en 2005 y 2010. Sin embargo, un pequeño grupo de fondos de cobertura demandaron el pago total en un caso que ha llegado hasta la Corte Suprema de Estados Unidos.
Si el próximo mes los jueces rechazan atender la apelación de Argentina al fallo de una corte inferior, el gobierno tendrá que escoger entre faltar a su promesa de nunca pagarles a los fondos de cobertura o arriesgarse a que el gobierno incumpla sus bonos en circulación.
“Con el acuerdo con el Club de París, el único tema por resolver en términos de la agenda financiera (de Argentina) son los acreedores”, que exigen el pago total, dijo Vargas.