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Las penurias de emprender en Europa

  • 04 diciembre 2014 /

Las ‘startups’ luchan contra la falta de capital, la burocracia, una cultura renuente al riesgo y un mercado deprimid.

España.

Juan Pedro Melli­nas es un emprendedor acciden­tal. Formó Eternalia, una compañía dedicada al cuidado de tumbas, en 2011 tras perder su empleo como ejecutivo de marketing. Eternalia ahora tiene franquicias en seis ciu­dades. Sin embargo, otros españo­les despedidos están invadiendo su territorio y Mellinas aún no tiene suficientes clientes como para con­tratar personal que realice la lim­pieza en el cementerio local.

César Martín fundó una empre­sa de educación digital, Sapeando, tras perder su trabajo como editor fotográfico. El sitio fue un éxito y un video que enseñaba a bailar hip-hop logró 2,5 millones de vistas. De todos modos, no pudo encontrar suficientes anunciantes ni un ban­co que le otorgara un préstamo. Así que tiró la toalla.

Gerard Vidal lanzó una firma de cifrado de datos, Enigmedia, cuan­do no podía conseguir trabajo con su doctorado en física. Pero incluso un físico quedó atónito ante el pa­peleo requerido para registrar una empresa en España y el lanzamiento se retrasó varios meses debido a un proceso que califica de “ilógico, in­eficiente y totalmente frustrante”.

Para muchos en la zona euro, donde los recortes en los presu­puestos fiscales y los despidos han dejado a más de 18 millones de des­ocupados, la única forma de encon­trar empleo es crearlo. Pero estos emprendedores sin experiencia afrontan serios obstáculos.

La escasez de capital, una densa burocracia, una cultura profunda­mente adversa al riesgo y un mer­cado de consumo muy golpeado atentan contra las empresas nue­vas o startups en Europa. El Glo­bal Entrepreneurship Monitor, una encuesta sobre la actividad de las startups, halló que el porcentaje de la población adulta involucrado en las primeras etapas de actividades emprendedoras el año pasado fue de 5% en Alemania, 4,6% en Francia y 3,4% en Italia. En Estados Unidos, en cambio, la tasa es de 12,7%. Una vez establecidas, las compañías eu­ropeas son, en promedio, más pe­queñas y de crecimiento más lento que en EE.UU.

Los problemas de los empren­dedores son uno de los motivos por los que la economía de Europa si­gue postrada tras seis años de cri­sis. La Unión Europea recortó en noviembre sus pronósticos de cre­cimiento para la región para este año y el próximo ante el desempe­ño más débil al previsto en las ma­yores economías de la zona euro: Alemania, Francia e Italia.

Europa ha generado empresas in­novadoras y prósperas, como Inditex SA, la mayor cadena minorista de indumentaria del mundo por ventas y dueña de la marca Zara, y la tele­fónica Skype, que fue adquirida por Microsoft en 2011 por US$8.500 mi­llones. No obstante, un estudio de la Comisión Europea el año pasado re­conoció la necesidad de muchas más historias de éxito y pidió un “cambio radical de la cultura europea hacia (…) el emprendimiento”. Recomen­dó mejor educación, programas de microfinanzas y
menos regulación.

Para los españoles que sufren una de las tasas de desempleo más altas del mundo industrializado —23,7%— el cambio es cuestión de supervivencia.

Luego de que Miguel Ángel Fuen­tes, de 32 años, perdiera su empleo en una fábrica de helados hace unos años, decidió lanzar el bambú como cultivo para usar en la producción de biodiésel y muebles, en el cora­zón de la zona productora de naran­jas en Valencia. Pero no encontró el asesoramiento que podría haberlo ayudado a evitar los errores clásicos de un primerizo. Compró, por ejem­plo, tierras en una reserva de pája­ros, donde estaba prohibido plantar. Su primera cosecha en tierras arren­dadas fue un fracaso y una campaña de financiación colectiva no atrajo ni un solo inversionista. Acudió al gobierno regional en busca de con­sejos y apoyo para su firma Bamboo Energy SL, pero todo lo que logró fueron respuestas de email auto­máticas. Reunió fondos como pudo y cultivó plantas madre de bambú en terrenos arrendados. Ahora intenta conseguir compradores.

Las iniciativas del gobierno para asistir a los emprendedores no son consistentes y suelen estar dispersas entre distintas agencias, con gran parte de la responsabili­dad en manos de gobiernos locales o instituciones educativas, señalan expertos en el rubro.

Mariano Rajoy, presidente del go­bierno español, ha prometido una “al­fombra roja a los emprendedores”. El gobierno aprobó leyes para estimu­lar el empleo al abaratar los costos de despido y una Ley de Emprendedo­res que incluye exenciones tributa­rias, pasos para limitar las pérdidas en caso de bancarrota y programas de emprendimiento en las escuelas. Aunque los economistas afirman que las medidas son insuficientes, están ayudando a que España se expanda más rápido que otras grandes econo­mías de la zona euro.

Un programa tradicional del go­bierno permite que los desocupados cobren la totalidad o una parte de sus beneficios de desempleo en un pago para fundar una empresa. Cerca de un millón de españoles han usado este beneficio desde que el país cayó en recesión en 2008, según el Minis­terio de Empleo y Seguridad Social.

Algunos emprendimientos están teniendo éxito. Francisco Javier Gó­mez, de 38 años, y su hermano usa­ron unos 30.000 euros de su seguro de desempleo para lanzar Qualica- RD, una empresa que exporta tecno­logía de identificación automática.

Sin embargo, las historias de éxito podrían ser más la excepción que la regla.

Un estudio de 2012 realizado en toda la Unión Europea encon­tró que las compañías formadas por personas que habían perdido sus empleos tenían una probabili­dad 42% mayor de fracasar que las formadas por personas que renun­ciaron voluntariamente.

En España, así como en Italia y Portugal, más de 40% de la fuerza laboral trabaja en empresas con me­nos de 10 empleados, frente a 11% en EE.UU. y 19% en Alemania, según la OCDE. En Grecia, la cifra supera el 50% de la fuerza laboral. Las eco­nomías del sur de Europa domina­das por firmas tan pequeñas suelen tener una menor productividad por empleado que los países de mejor desempeño del continente, según las estadísticas de la UE.

Europa produce menos firmas de alto crecimiento —las empresas de élite que generan casi la mitad de todos los empleos nuevos— que EE.UU., indica Albert Bravo-Biosca, economista del centro de estudios Nesta, en Londres. El resultado es que Europa ha quedado rezagada a la hora de crear campeones cor­porativos.

En 2013, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, OCDE, ubicó a España como el segundo peor país en una encuesta sobre barreras para el emprendimiento entre 29 países. Abrir un negocio en España demora 13 días, según el Banco Mundial. El promedio para países de la OCDE es de 9,2 días.

“Las medidas para reducir la bu­rocracia avanzan, pero muy lenta­mente, y España es un país en una emergencia, donde no hay tiempo que perder”, afirma Robert Torna­bell, economista de la Escuela de Negocios ESADE, en Barcelona.

Los bancos, por su parte, no pres­tan demasiado, conforme apuntalan sus balances dañados durante la re­cesión. El Banco Central Europeo in­dicó recientemente que los présta­mos bancarios a empresas de la zona euro siguieron cayendo en octubre.

Cuando David Fito intentó abrir una panadería con productos sin gluten tras ser despedido por un banco hace unos años, dijo que 30 bancos le negaron un crédito de 100.000 euros. Obtuvo el dinero lue­go de que sus padres presentaran su apartamento como garantía y siete otras personas con empleo acorda­ran cofirmar el crédito. Indica que ahora su negocio está creciendo.

Una señal alentadora es el au­mento de las aceleradoras y las incubadoras de empresas. Entre 2007 y 2013, la cantidad de ese tipo de plataformas creció casi 400%, a 260, en 10 de las principales econo­mías europeas, según un estudio de Telefónica SA.

“Nos estamos poniendo al día en emprendimiento, al empezar de cero hacia donde de repente te­nemos aceleradoras, incubadoras, programas de televisión y una can­tidad de eventos para hacer contac­tos”, dice Lucas Carné, cofundador de Privalia Group, una firma de mo­das en línea que factura 400 millo­nes de euros al año.

Mellinas, de 39 años, logró el año pasado ganar lo mismo que en su an­tiguo empleo de ejecutivo de mar­keting. Este año no será tan bueno. Los franquiciados de Madrid y Bar­celona renunciaron porque limpiar tumbas no era lo suyo. “No dejes que nadie te diga que es fácil ser un em­prendedor en España”, sentencia.