27/04/2024
06:46 PM

Enfocarnos demasiado en las metas puede frenarnos

  • 27 abril 2016 /

Kenneth Stanley, profesor de la Universidad del Centro de Florida, estudió el estancamiento que puede resultar de la búsqueda tenaz de una meta prescrita

Washington, Estados Unidos.

Imagínese que quiere diseñar un robot que pueda navegar un laberinto. Primero, definiría el objetivo del robot: encontrar la salida del laberinto.

Después, crearía un mecanismo para premiar al robot por avanzar hacia esa meta y para castigarlo por alejarse. Pero, ¿qué pasaría si el robot llega a un callejón cerrado justo al lado de la salida? Estaría efectivamente atorado.

Kenneth Stanley, un profesor de ciencias computacionales de la Universidad del Centro de Florida, ha estudiado el estancamiento que puede resultar de la búsqueda tenaz de una meta prescrita.

Eventualmente, él y sus colegas llegaron a una solución simple.

¿Qué pasaría si premiaran al robot por probar direcciones nuevas e interesantes? Encontraron que este cambio en la programación mejoró significativamente la habilidad del robot para resolver laberintos.

Por supuesto, reprogramar a personas y organizaciones es una cuestión totalmente diferente.

The Practice of Management, el libro clásico de Peter Drucker, introdujo el concepto de “gestión por objetivos”. Bill Packard, quien basó el “estilo HP” de Hewlett-Packard en el concepto de Drucker, lo describió como “un sistema en el cual los objetivos generales son claramente definidos y acordados, y que da flexibilidad a la gente para trabajar en pos de esas metas en las formas que determinen son mejores para sus propias áreas de responsabilidad”.

La mayoría de los gerentes modernos dan por sentado que las metas deberían ser claras. Y en el mundo actual impulsado por los datos, las organizaciones parecen estar más enfocadas que nunca en las métricas que dan seguimiento al progreso hacia dichas metas.

Pero nuestra obsesión con los objetivos podría estar siendo más perjudicial que benéfica.

La evidencia dice que la mitad de los inventos brota de la casualidad, no de la investigación directa; esto es, que la gente esté abierta a los resultados inesperados.

El Viagra fue desarrollado originalmente para tratar la angina de pecho, una condición cardíaca. El LSD fue sintetizado de hongos de cornezuelo con la finalidad de desarrollar medicamentos respiratorios. YouTube fue concebido como un sitio de citas.

En lugar de enfocarse únicamente en sus metas iniciales, la gente que trabajaba en estos proyectos se permitió tomar desvíos, lo que llevó a innovaciones accidentales.

Afuera del departamento de investigación y desarrollo, es difícil imaginarse una organización que apruebe un proyecto sin otra meta que descubrir algo nuevo e interesante. Pero esto es un cambio de mentalidad que todos tenemos que adoptar.

Cuanto más tiempo pasemos definiendo y persiguiendo objetivos específicos, menos probabilidad tenemos de lograr algo espectacular.

(Andrew J. Smart es un científico investigador de factores humanos y autor de Beyond Zero and One: Machines, Psychedelics and Consciousness.)