Pare y deje que la otra persona se explique. No se trata únicamente de contar hasta diez, sino también de dejar que la otra persona se explique y presente su versión de los hechos ante sus acusaciones. Tal vez ello evite un aumento de la tensión hasta un punto de no retorno y solucione el problema sin necesidad de elevar el tono o sacar a colación otros temas. Nuestra mente funciona más rápido que nuestra lengua, y a veces una simple conversación sirve para convertir las sombras en luz.
Póngase en la piel del otro. Ello quiere decir que no estaría mal pensar cómo nos sentiríamos nosotros mismos si nuestra pareja nos respetase aquello que acabamos de reprocharle, si realmente somos justos al realizar tales acusaciones y si viene a cuento, ya que probablemente la respuesta será negativa.