Nuevas tecnologías: 'niños enganchados y padres desconectados”

Con estas palabras Jesús García, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Social (SEPS), resume el nuevo mundo del adolescente adicto a la tecnología

  • 16 sep 2015

Madrid, España.

Sentarse a escuchar los problemas de los adolescentes es la base para evitar su reclusión en las tecnologías, cuya dependencia genera falta de atención, disminución de las relaciones sociales y nomofobia, es decir, una conducta agresiva cuando no tienen acceso al teléfono móvil.

Esta comunicación es recomendable iniciarla cuando aún son niños, y no esperar a la adolescencia, debido a que “ su desarrollo cognitivo comienza a los 4 ó 6 años”, afirma Jesús García.

El 60% de los niños entre 10 y 17 años se conecta a internet a diario más de dos horas, según la Fundación Dexeus Salud de la Mujer.

La influencia que puede tener dicho uso sobre la formación general, y la educación sexual en particular, puede controlarse con una implicación mayor desde las instituciones, el sistema educativo y, sobre todo, desde el entorno familiar.

Causas y señales del nacimiento de una dependencia

La concienciación sobre estos dos ámbitos de una adicción comienza por la normalización del problema, no generalizar y saber diferenciar entre un uso excesivo y la aparición de una dependencia.

“La inmadurez cerebral del adolescente es la que le lleva a buscar emociones fuertes que derivan en el uso desmesurado de las tecnologías”, señala.

La falta de madurez en un adolescente se puede suplir con el ejemplo y la atención de los padres, quienes pueden observar un mal uso de los aparatos electrónicos, a través de señales como:

Descenso del rendimiento escolar.Cambios emocionales bruscos.Uso del móvil a deshora y en momentos inadecuados, durante la comida o el estudio.

Las causas que se encuentran detrás de estos comportamientos pueden ser, además de la inmadurez cerebral, el sentimiento de soledad del adolescente o el ejemplo recibido desde el entorno familiar ya que “a veces los padres compran móviles a los niños a los 10 años, y eso es una locura”, explicar el doctor García.

Internet y la educación sexual

La red cumple un papel muy importante en la formación sexual de los adolescentes ya que es la primera fuente de información a la que acuden para informarse de sexo, anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual.

La mitad de los menores de edad han visto pornografía por internet y un 4% de los niños, entre 11 y 12 años, reciben contenidos sexuales en su teléfono móvil.

Este contenido forma parte de la educación sexual 2.0 que, en un sentido positivo, aumenta la concienciación de los jóvenes sobre enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados y, en un sentido negativo, supone el acceso acontenidos pornográficos no adecuados.

Para controlar el uso indebido del ordenador, el pediatra Javier García indica que “hay que enseñar a los jóvenes que no todo lo que ven en internet es bueno”, y que tienen que tomar medidas de precaución comotapar la lente de la cámara o no dar sus datos personales.

Sin embargo, una vez más, el grado de madurez del adolescente se puede completar con medidas, aplicadas por los padres, como introducir filtros en ciertas páginas web o situar el ordenador en un lugar común de la casa, donde se pueda controlar su uso.

Prevenir los síntomas de la adicción

Para evitar la aparición de los síntomas, que pueden ir de pequeños trastornos del sueño a lo conocido como “self-injury” o autolesiones para el control emocional, se puede actuar desde los cuatro años mediante la comunicación y el control de los tiempos dedicados a la tecnología.

“Deberíamos conversar con nuestros hijos al menos un cuarto de hora al día, no estar con ellos, sino hablar con ellos”, subraya.

Esta comunicación se puede completar con ciertas medidas, como:

Hacer respetar los tiempos de deporte, juego, estudio y sobre todo, del sueño.Evitar el uso de aparatos tecnológicos más de dos horas al día.No utilizar el teléfono durante la comida.Mostrar interés por la tecnología.

Además de los límites que se puedan imponer, el mejor resultado debe contar con el consentimiento de los jóvenes, lo que obliga a una comunicación con confianza y tiempo y a la propuesta de conductas alternativas, como el deporte o la música.

Como conclusión, el doctor García subraya que “hay que educar con disciplina pero con justicia, evitando castigos”.