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Venecia, la ciudad flotante

  • 22 octubre 2015 /

Redacción.

Viajar a Venecia significa llegar a un lugar único, que vive según sus propias reglas. Allí no hay coches, porque la vida transcurre sobre el agua.

Los únicos atascos son aquellos que forman los turistas en las callejuelas que serpentean entre los canales, iglesias y palacios de una ciudad que parece estar consagrada al arte.

Está situada a orillas del mar Adriático en el noreste de Italia, a unos 120 kilómetros de Verona y a solo 40 de Padua. Un trayecto en ferry la separa de la costa croata.

Con 1500 años de historia, tiene infinidad de rincones en los que deleitarse.

Pero si hay un lugar emblemático en la ciudad, este es San Marcos. En su plaza los clientes de las cafeterías y las tiendas se mezclan con los paseantes y con quienes hacen cola para subir al Campanile o para visitar la catedral.

Recorrido

Desde la escalinata exterior de Santa María della Salute hay una bonita vista de San Marcos, que se alza en la otra orilla del Gran Canal, en el lugar en el que este desemboca en la laguna.

Si se remonta el Gran Canal hacia el interior de la ciudad, tras un largo paseo, encontrará el Puente de Rialto, uno de los símbolos de la ciudad. Junto a él, hay infinidad de palacios y de edificios majestuosos que ofrecen sus fachadas a las aguas del Gran Canal.

Un paseo en góndola es una manera inmejorable de disfrutar de este espectáculo. Pero también se puede contemplar desde el vaporetto o desde cualquier otro medio de transporte acuático, como la lancha que va y viene al aeropuerto.

Toda Venecia es un museo al aire libre, un lugar en el que cualquier edificio es una joya y cada rincón merece un elogio. La ciudad acoge a los visitantes con los brazos abiertos durante todo el año.

Durante la primavera y el otoño, esta ciudad disfruta de un clima suave. Sin embargo, los veranos suelen ser calurosos y los inviernos muy fríos y lluviosos. Pero pese al intenso sol del estío o las nieblas invernales, el encanto de Venecia no se desvanece.