Lempira, Honduras.
En el occidente de Honduras, en el departamento de Lempira, se levanta el pueblo de La Campa, que tiene fama por el fino acabado de sus artesanías, unos trabajos realizados solo por mujeres de la etnia lenca, que trabajan piezas grandes o pequeñas, pero siempre a mano.
Las alfareras de La Campa son reconocidas en todo Honduras, no solamente por el fino acabado de sus artesanías, sino también porque todas las piezas, desde la más pequeña, como un silbato en miniatura en forma de conejo, hasta un imponente jarrón de más de un metro, son hechas a mano.
María Desideria y las pocas mujeres alfareras lencas que quedan en La Campa, quizá unas 300, no utilizan tornos para dar forma a sus múltiples piezas cóncavas o planas, lo que sí hacen artesanos de otros pueblos de Honduras. “Yo aprendí alfarería con mi madre, Teodolinda. Mi esposo -Efraín Santos- me ayuda solamente a quemar las piezas en el horno y a recoger los materiales que conforman el barro, una arena amarillenta que hace función de eliminar grasa en el barro y la leña”, dice Desideria.
Festejo
En el occidente de Honduras, en el departamento de Lempira, se levanta el pueblo de La Campa, que tiene fama por el fino acabado de sus artesanías, unos trabajos realizados solo por mujeres de la etnia lenca, que trabajan piezas grandes o pequeñas, pero siempre a mano.
Las alfareras de La Campa son reconocidas en todo Honduras, no solamente por el fino acabado de sus artesanías, sino también porque todas las piezas, desde la más pequeña, como un silbato en miniatura en forma de conejo, hasta un imponente jarrón de más de un metro, son hechas a mano.
La hermosa iglesia colonial de estilo barroco, en honor a San Matías, es un gran atractivo. La fiesta patronal se realiza en febrero.
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Las manos de María Desideria elaboran ollas, cántaros para conservar agua fresca, comales, platos, vasos, tazas, tinajas, sartenes, piezas para decoración de interiores y exteriores; imágenes religiosas para Navidad y Semana Santa; anafres, maceteras y muchas otras piezas de color rojizo o del natural barro.
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Otro atractivo de La Campa es su hermosa iglesia colonial, de estilo barroco, que fue construida entre el siglo XVII y mediados del XVIII. El patrón de La Campa es San Matías Apóstol, quien ha impregnado el corazón de la gente, aquí se celebra en febrero la segunda fiesta religiosa más importante del país, después de la de la Virgen de Suyapa, patrona de Honduras. Los dos festejos se realizan en el mismo mes.
| La actividad alfarera es exclusiva de las mujeres, de las que están quedando pocas “porque las jóvenes que han estudiado no quieren untarse las manos de barro”, comenta una de sus veteranas artesanas.
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