Dejar de vivir no es la solución de sus problemas

Alrededor de 40 mil sampedranos piensan que dejar de vivir solucionará sus problemas.

San Pedro Sula, Honduras

Comúnmente se cree que los problemas emocionales afectan más a las mujeres que a los hombres; sin embargo, la realidad es que, ante una dificultad, el sexo masculino es más débil y ahora un nuevo estudio parece comprobarlo. Los hombres tienen mayor dificultad para expresarse y por esa razón muchas veces se encuentran en un túnel sin salida.

Las estadísticas del Teléfono de la Esperanza, una entidad de voluntariado que promueve la salud emocional y ayuda mediante una línea telefónica, con charlas y atención psicológica gratuita, revelan que solo el 21% de las llamadas que reciben son de hombres y el 79% son de mujeres, lo cual muestra que el sexo masculino es una minoría al buscar ayuda emocional y cuando lo hace generalmente se encuentra en un estado de crisis emocional agudo.

“El hombre llama más cuando se halla en estado depresivo y por ende corre más riesgo de quitarse la vida que la mujer, pero el sexo femenino pide más ayuda porque culturalmente se le ha enseñado a hablar sobre sus problemas y al sexo masculino, a callar. Las mujeres llaman cuando la crisis emocional inicia, momento en que aún se puede intervenir y cambiar el esquema mental de la persona”, dijo Judith García, coordinadora técnica del Teléfono de la Esperanza.

Lo cierto es que de las aproximadamente 2,000 llamadas que recibe al año el Teléfono de la Esperanza, el 5% es de personas que no desean continuar viviendo.

“Si esta cifra se toma de acuerdo con la cantidad de habitantes en San Pedro Sula, es decir alrededor de un millón de ciudadanos, estamos hablado de que aproximadamente 40 mil sampedranos consideran la idea de no seguir existiendo. Esto no sucede de la noche a la mañana. Se trata de un proceso”, afirmó Eduardo Rivera, director del Teléfono de la Esperanza.

Las edades de las personas con esta idea oscilan entre 15 y 35 años, es decir, en edad productiva.

En la Unidad de Atención al Adolescente del hospital Mario Catarino Rivas se registran a diario casos de jóvenes que consideran terminar su vida. “El 20% de los pacientes que se presentan diariamente tienen esa idea. El 80% vienen en estado de crisis y del 30 al 40% han intentado quitarse la vida, en su mayoría niñas. La edades más frecuentes están entre 9 y 24 años”, afirmó Magdalena Turcios, psicóloga del Mario Rivas.

Conozca las causas

Los problemas de pareja, familiares y económicos son las principales causas de este fenómeno en los adultos. “En adolescentes es diferente. Los afecta la falta de comunicación con su familia, el abandono de sus padres, un embarazo no deseado, la falta de amor en su familia, así como estar sometidos a las drogas”, agregó Judith García.

Se trata de un proceso que puede variar en duración, de acuerdo con cada persona y su edad. Comienza con la consideración de la idea como una solución de sus problemas, seguido por la ambivalencia, es decir que el sujeto piensa en los pros y contras, da señales y por último toma la decisión.

Descubrir las señales a tiempo es trascendental. “Toda persona que considera dejar de existir o llevó a cabo el hecho dejó más de alguna señal. Es importante saber escuchar porque con ello puede ayudar a quien esté en esta difícil circunstancia. Puede ser un compañero, un amigo, la pareja, un hijo, etcétera”, indicó García.

Descubra las señales

La psicóloga Jenny Arauz explicó que la persona:

1. Verbaliza la idea con frases como “quiero quitarme de en medio”, “la vida no merece la pena”, “lo que quisiera es morirme”, “para vivir de esta manera lo mejor es estar muerto”, entre muchas otras.

2. Puede comentárselo a personas cercanas, lo cual se podría entender como una petición de ayuda.

3. Lleva a cabo determinados preparativos relacionados con su partida, como arreglar documentos, cerrar asuntos, preparar el testamento, regalar objetos o bienes, llamar a otras personas para despedirse o dejar notas.

4. Reconoce sentirse solo, aislado e incapaz de aguantar o solucionar sus dificultades.

5. Pierde interés en aficiones, obligaciones, familia, amigos, trabajo y apariencia personal y comienza a aislarse.

6. Tiene cambios de conducta repentinos. “Los jóvenes se aíslan, puede haber depresión, autolesiones, cambios radicales en el estado de ánimo. Si estas señales son muy marcadas, los padres deben buscar profesional y no alarmarse”, indicó Arauz.

Tenga presente que al detectar estas señales usted no debe convertirse en un consejero de la persona afectada, sino que debe convencerlo de buscar ayuda profesional.

Se necesita optimismo

¿Qué se puede hacer para combatir este tipo de ideas? La experta Magdalena Turcios comentó que se evitarán este tipo de ideas en los jóvenes creando un ambiente lleno de manifestaciones de afecto que fortalezcan los lazos familiares, libre de pesimismo y de hostilidad, con reglas claras y firmes aplicables a todos con igualdad y camaradería combinada con respeto.

“El positivismo es un peculiar sentimiento que cabalga sobre la empatía y se contagia. Si somos pesimistas, hostiles, apagados, jamás podremos pedir estos sentimientos en nuestra prole. Limpiemos nuestro corazón de cosas negativas y el resultado será una epidemia de positivismo”.