25/04/2024
06:35 PM

Cuentos y Leyendas de Honduras: La agresión

A sus 23 años a Matilde le llovían los novios, se daba el lujo de ser novia de alguien solo por tres días.

    Matilde era una joven bonita que ansiaba casarse con un hombre rico, lo manifestaba en todas partes: “Yo nunca me voy a fijar en un chorriado, para que yo me case debe ser con un hombre que me tire el billete, que me consienta, para qué quiero un pelado igual a mí?” Las amigas de Matilde, que la conocían, decían que así como ella lo decía así iba a suceder, no se casaría con un pobre, que ella era una mujer de altos vuelos.

    A sus 23 años le llovían los novios, se daba el lujo de ser novia de alguien solo por tres días. Pasaba el tiempo y no conocía aún al príncipe de sus sueños; por los momentos había que entretenerse con los que diariamente la enamoraban.

    Matilde tenía una amiga a la que le contaba todo, se llevaba muy bien con ella, se llamaba Norma Aracely. Un día la Chely, como le decían a Norma Aracely llegó a casa de Matilde, hablaron de los hombres: “Vos decís que no te vas a casar con un pelagatos, pero la jodida es que los jóvenes son acabados, ellos viven de lo que los tatas les dan, así que por qué no te fijás mejor en un viejo, en uno que tenga billete, una empresa, que te dé una buena vida de lujos, si estás esperando un joven con billete te vas a hacer mona, mencioname algún joven con pisto?, no lo vas a encontrar jamás...” Matilde quedó mirando a su amiga y le contestó: “Fijate que vos tenés razón, solo los viejos son los del billetón, ¿pero donde encontrar un viejo que no sea feo y que tenga dinero?” La Chely contestó: “Eso es fácil, ¿por qué no te alistás y nos vamos a hacer un recorrido por las tiendas?, algún viejo vamos a encontrar, de esos que ya te digo”.

    Las dos jóvenes hicieron el recorrido por la ciudad de San Pedro Sula, anduvieron preguntando precios de blusas, faldas, vestidos etc. con el fin de buscar al hombre que podría ser el escogido por Matilde. Cansadas de tanto buscar se fueron a sentar a las bancas del parque y se pusieron a comentar lo sucedido. “¡Uffff! se me había olvidado –dijo Chely–, en el barrio Medina vive una

    Salvadoreña que es pelis tirando las cartas y además le hace a la brujería, esa doña ya te dice a quién buscar”.

    “¿Y porque no vamos a buscarla? –sentenció Matilde–, estamos perdiendo el tiempo sentadotas acá”.

    Sin pensarlo dos veces se fueron para el barrio Medina hasta llegar a la casa de la señora Salvadoreña. “Pasen adelante”, dijo una señora joven, hermosa, de cabellos rubios, “¿vienen solas o acompañadas?” “no”, dijo Chely, venimos solas... “usted es doña Norma?”... “Díganme Norma, eso de doña no me parece bien, pero pasen adelante”. Entraron a la casa, en las paredes estaban colgados varios cuadros religiosos.

    “Veníamos a que nos lea las cartas, aquí mi amiga Matilde quiere encontrar a un hombre que tenga dinero y que la haga feliz ella dice que no se quiere casar con un pobretón. “Ummm –dijo Norma–, eso tiene arreglo, pero debe tener presente que todo en esta vida tiene un precio”.

    “Eso no importa –expresó Matilde–, con tal de conseguir lo que quiero...” La mujer Rubia sonrió, en sus manos tenía una baraja española, la colocó sobre la mesa y le pidió a Matilde que hiciera dos grupos de cartas.

    Poco a poco fueron saliendo palabras de la boca de la adivina... “y vas a conocer a un hombre que te lo dará todo, solo hay un inconveniente, es muy agresivo, así que puedes llegar a tener todo lo que deseas a cambio de ser humillada y golpeada, es un hombre de 52 años, alto, delgado sus ojos son verdes, el se atravesará en tu camino y te quedan dos opciones, lo aceptas o lo dejas”.

    Después de leer las cartas abandonaron el lugar y Chely dijo: “Te atreverías a hacerle caso a un hombre así por tener dinero?”, “Bueno, dijo Matilde, si lo tengo todo... lo voy a pensar”.

    Tal como Norma lo había dicho una mañana mientras Matilde trataba de cruzar una calle, casi la atropella un carro. El motorista se bajó del auto “disculpe señorita, es que usted atravesó la calle sin ver”.

    La joven se había caído al suelo del susto, él le dio la mano para que se levantara. Aquel era el hombre descrito por la adivina. Matilde quedó sorprendida. “Vea, dijo el hombre, para que se nos quite el susto a los dos la invito a un café”, ella aceptó y así comenzaron a conocerse. Quince días después Matilde salía con Jacobo, que así se llamaba el hombre, se dio cuenta que manejaba varios negocios, tenía mucho dinero.

    Fue conociendo su carácter, se enojaba por cualquier cosa, a ella la trataba con cariño pero de vez en cuando la trataba mal. Una mañana llegó Chely, la amiga, a visitarla, estaba alarmada. “Ya te diste cuenta lo que le pasó a ese que dice que es tu novio?” “No, –dijo Matilde–, ¿que le pasó?” “Dicen que comenzó a discutir con dos hombres, agredió a golpes a uno de ellos y el otro le pegó tres balazos, se lo llevaron al hospital. Cuando las mujeres llegaron al hospital Jacobo había fallecido”.

    En el fondo Matilde lo quería, se había decepcionado por el mal trato que comenzaba a darle, no dejo de llorar por él. Matilde se dio cuenta que el dinero no es la felicidad, sino que el buen trato, la comprensión y sobre todo el amor verdadero.

    Así fue pasando el tiempo, Matilde había abandonado su idea de casarse con un hombre rico y era novia de un muchacho que trabajaba como contador en una conocida empresa. Una noche, mientras platicaba con Arturo, Matilde comenzó a sacudirse, se levantó en el aire, cayó al suelo y se cubrió el rostro con sus manos, Arturo la levantó y la sacó de la casa completamente alarmado, jamás en su vida había visto algo así.

    La muchacha tenía golpes en las piernas y los brazos, presentaba arañazos en el cuello y en una mano.

    Inmediatamente Arturo buscó ayuda y a Matilde la llevaron donde un señor que era espiritista, se quedó a solas con Matilde, ella le explicó parte de su pasado, le contó haberse tirado las cartas, de su exnovio violento, y el cambio que había tenido después de la muerte de Jacobo.

    El hombre le explicó: “Sin quererlo te pusiste en contacto con gentes espirituales muchacha, ese ataque del más allá es la inconformidad de los malos espíritus que han tomado la personalidad de Jacobo para atacarte.

    Debes casarte lo más pronto posible y con tu esposo entregarte a las cosas de Dios, nunca los demonios traen felicidad, son un azote”. Y fue así que Matilde fue víctima de una agresión del más allá. ¿Y usted qué opina?.