25/04/2024
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Cuentos y Leyendas: ¿Qué vieron los maquinistas?

Cuentos y Leyendas de Honduras: ¿Qué vieron los maquinistas?

    Hace muchos años, varios maquinistas del Ferrocarril Nacional fueron testigos de sucesos sobrenaturales que aún se cuentan en El Progreso, La Lima y Puerto Cortés.

    Posiblemente hayan olvidado los nombres de esos hombres que manejaban esos monstruos de hierro, que corrían a toda velocidad sobre los rieles haciendo estremecer las viviendas construidas a lo largo de la línea férrea.

    Cuentan que muchos niños padecían del sistema nervioso, se despertaban llorando, lo que motivó a sus padres a cambiar su lugar de vivienda. Don Ernesto, más conocido como “Don Neto”, era uno de los maquinistas queridos por su don de gente, educación y amabilidad. Solía descansar en la estación de Medina, donde lo esperaban varios niños para que les contara historias de los pueblos que él recorría.

    Una noche cuando el ferrocarril se aproximaba a la comunidad de Pimienta transportando una madera, vio una pequeña mancha blanca a lo lejos, jamás se imaginó ver algo fuera de lo normal.

    Cuando el tren iba a toda velocidad, vio que la mancha blanca era un hombre que estaba parado sobre la vía, no podía hacer nada para detener la máquina, pero vio con estupor cómo aquel hombre desaparecía en el aire.

    La imagen de aquel espectro se quedó en la mente de “Don Neto”, jamás había experimentado el terror que se siente ante algo que no es de este mundo.

    Cuando hizo todo su recorrido y llegó a la estación les contó a los otros maquinistas lo que había visto. Tres días después cuando caía la tarde, “Don Neto” estaba por llegar a San Pedro Sula, las primeras sombras comenzaban a llenar los espacios, al pasar por una de las guarumas vio a un hombre sentado en una banca, era el mismo que se le había aparecido en las proximidades de Pimienta, de inmediato se encomendó a Dios haciendo la señal de la cruz, rogando para que el alma de aquel fantasma descansara en paz.

    Se preguntaba el maquinista quién era aquel hombre, porque le aparecía a él, los otros maquinistas no habían visto nada.
    Como “Don Neto” era muy católico, durante tres días seguidos rezó un rosario para que aquella alma atormentada buscara el camino de la luz. Nunca más volvió a ver el fantasma que dos veces se le apareció cuando él operaba la máquina.

    Hubo otro maquinista llamado Ovidio, hombre alto, fornido, de tez quemada por el sol y el calor, era soltero y cuando no estaba trabajando en el ferrocarril gustaba de andar en bicicleta por San Pedro Sula.

    Una noche cuando Ovidio viajaba como conductor de un tren vio con sorpresa que en dirección contraria se aproximaba otra máquina, sus luces eran brillantes y el sonido de su sirena era mortal, desesperado, a Ovidio no le quedó otra alternativa que esperar el fatal encontronazo, al llegar a una curva se encomendó a Dios y cerró los ojos, poco después los abrió y la máquina que viajaba veloz por el mismo carril había desaparecido, en ese momento sintió que el corazón se le salía del pecho.

    Ovidio llegó asustado a la estación y le contó a dos de sus compañeros maquinistas lo que había sucedido, uno de ellos lo miró fijamente y comentó: Mirá Ovidio eso que acabas de contar a mí me sucedió una vez, en aquella ocasión sólo le conté a mi esposa y a nadie más, voz sabes cómo es la gente, cualquiera te tilda de loco... Ahí tenés el caso de Neto, ¿quién puede pensar que va a ver un fantasma en la vía?

    Días después Ovidio llevaba una carga de bananos hacia Puerto Cortés cuando de nuevo vio un tren, esta vez el tren corría delante de su máquina, el maquinista aminoró la velocidad por miedo a chocar con la parte de atrás del otro tren, y al llegar a una curva la máquina se esfumó.

    Cuentan que en la estación ferroviaria se encontraba una mujer con tres niños esperando la hora de partida del tren de pasajeros, un maquinista estuvo platicando con ella y con los niños, ella dijo que era de la zona sur del país y que andaba con sus hijos buscando al marido que se había trasladado al norte en busca de mejores horizontes.

    Llegó la hora de partir, el maquinista vio cuando la señora y los niños abordaron el tren.

    Se dio la señal de partida para alertar a los pasajeros y comenzó la marcha, al motorista casi le da un infarto cuando vio a la señora y los hijos caminando por la orilla de la línea, los pequeños agitaron sus manos diciéndole adiós, el hombre sintió un frío que recorrió su cuerpo y al llegar a la estación, lo primero que hizo fue buscar un estanco para tomarse de un solo un octavo de aguardiente.

    Éstas son algunas de las historias que se cuentan alrededor de las cosas que vieron algunos maquinistas de la empresa estatal el ferrocarril nacional.

    En mi archivo tengo otras historias que han ocurrido no solo a los maquinistas, sino que a varios pasajeros que en aquellos tiempos viajaban en tren.
    Hay varias historias del “MACHANGAI” que los sampedranos recuerdan, un día de éstos las van a conocer.