Ciertas palabras perduran como tabú en el vocabulario de la sociedad del siglo XXI. Monólogos de la vagina aborda uno de los temas más escabrosos -la sexualidad- y pone el dedo en la llaga de antiguos prejuicios que, a más de uno obligaría a taparse los oídos por temor al fuego de la vergüenza.
Tito Ochoa, dramaturgo hondureño formado en la Academia de Arte de las Musas de la República Checa, presentó en la Semana Cervantina organizada por el CCI (Centro Cultural Infantil) esta obra de la estadounidense Eve Ensler.
Ana Sofía Velásquez, Inma López y Mariela Zavala (de la Asociación Cultural Memorias) protagonizaron durante dos noches esta pieza que ha ganado valiosos premios como el Obbi (1997) y Guggenheim (1999).
Sensibilidad
De acuerdo con Tito Ochoa, esta obra se ha banalizado en muchas puestas en escena; pero Teatro Memorias “rescata su sentido primario”.
Para Ochoa, fundador en Honduras del Teatro Rascaniguas, vagina no suena como una palabra que se quiera pronunciar.
Por eso las tres actrices introducen al espectador diferentes términos usados en latinoamérica para evitar pronunciar la palabra prohibida: cucharita, cajita, gansa, pepita, pan, chunche, la sopa, concha, la parte principal, entre otras. Enseguida Inma, Ana y Mariela presentaron los monólogos, donde se explora la sexualidad femenina con una carga poética que los libra de cualquier desatino verbal.
