25/04/2024
12:34 PM

La muerta del callejón

Casos como el de doña Jacinta en nuestro país han sido muy comunes; en Siguatepeque, Comayagua, La Paz, El Paraíso.

    Jacinta se dedicaba a las malas artes, era buscada por decenas de personas que llegaban al pueblo donde ella vivía muy cerca de Naco en la zona norte del país, ahí se podían ver motocicletas, bicicletas, vehículos viejos y modernos carros de lujo. La gente que la visitaba comentaba: “¡Esa doña sí es buena!, a mí se me habían perdido unas joyas y me dijo dónde encontrarlas”. “A mí esposo le robaron el carro y ella le dijo dónde estaba y quién lo tenía”. “Ese mi marido era mujeriego de primera, pero ahí está quietecito gracias a doña Jacinta”. La fama de la señora se fue extendiendo poco a poco y se afirma que de otros países acudían a consultarla.
    Testimonio

    Una señora llamada Lucinda llegó a buscar a Jacinta y le explicó que quería amansar a su marido, pues era un déspota, infiel, tacaño y golpeador. “Me pasa las mujeres por enfrente y no le basta eso sino que me ha obligado muchas veces a darles de comer a sus amantes”. La bruja anotó el nombre del hombre, luego preparó unos polvos y le dijo:
    “Bastará que le pongás de estos polvos en la comida, no tienen ningún sabor y no lo va a notar, ya vas a ver el cambio, si vos te querés vengar llevando hombres a tu casa ni va a protestar, bueno eso lo dejo a tu elección”.

    Lucinda dejó en manos de Jacinta una buena remuneración, le dio las gracias y abandonó el lugar, se trataba de una mujer de mucho dinero y al no soportar las cosas terribles de su marido, por medio de una trabajadora se dio cuenta de la existencia de Jacinta, y a lo que se dedicaba; fue así que desesperada llegó a visitarla. Al regresar a su hogar estuvo esperando al esposo, quien como era su costumbre llegó tarde exigiendo comida: “Dame de hartar mujer que vengo con un filo perro, pero apurate si no querés que te reviente el pico como el otro día”. La mujer, que ya tenía la comida preparada, le sirvió inmediatamente, había seguido las instrucciones de Jacinta.
    Una señora llamada Lucinda llegó a buscar a Jacinta y le explicó que quería amansar a su marido, era un déspota, infiel, tacaño y golpeador.

    Al siguiente día el viejo óscar, que así se llamaba el hombre, abrazó a su mujer y antes de irse a sus negocios le dio un beso en la boca, algo que no había sucedió en más de cinco años.“Voy a regresar temprano amor, así que no te preocupés por mí”. Lucinda se rio cuando vio que su marido se alejaba. “Está funcionando, ya va a ver este viejo desgraciado, me las va a pagar todas una por una, ni sabe la que le espera jajajajajajaja”. Don óscar llegó ese día a las cuatro de la tarde, cuando generalmente llegaba a las 12 de la noche o en horas de la madrugada, él mismo estaba sorprendido.

    Cuenta la historia

    Una semana más tarde, en el cambio que tuvo don óscar, la mujer, que era una joven atractiva, sacó las garras y comenzó por servirle la comida helada al viejo, ya no lo esperaba así llegara tarde o temprano, pero lo que dejó con la boca abierta a todo el mundo fue cuando la mujer comenzó a salir con el mejor amigo de su esposo, descaradamente se besaba con él, ¡delante de don óscar! “Te acordás que una vez te dije que me las ibas a pagar todas?, ahora estoy haciendo lo mismo que vos hacías y todavía me falta”. El viejo miraba las cosas y no decía nada, así pasaron tres años, su mujer se acostaba con el hombre que le gustaba, y él, su esposo, continuaba en silencio.

    La misma trabajadora que le había dado la dirección de Jacinta a su patrona sintió compasión por don óscar, le contó lo sucedido, aunque él no creía una sola palabra, pues su mente estaba dominada por la presencia de malos espíritus que lo dominaban y los cuales habían entrado a su cuerpo a través de las comidas. La mujer siguió burlándose de él, gastaba el dinero a manos llenas manteniendo a los hombres que le gustaban. Don óscar ordenó a cuatro de sus hombres que lo acompañaran y no le dijo una sola palabra a su mujer que ese día iría de viaje.

    Jacinta estaba sola en su casa, acababa de despachar a decenas de personas que habían llegado desde horas de la madrugada a buscarla, la tarde caía y el sol comenzaba a ocultarse, de pronto don óscar y sus hombres aparecieron detrás de la mujer disparando sus armas hasta vaciarlas.
    Jacinta se desplomó sin vida y sus asesinos partieron rápidamente del lugar sin que nadie los identificara.

    Desde ese momento don óscar sintió que era él de nuevo, llegó a su casa sin decir nada, su mujer estaba bebiendo con otro hombre, al verlo se estremeció, sintió que algo pasaba en su cuerpo y en su mente, salió de su casa con el hombre y regresó a medianoche no era la misma. Estacionó el vehículo, y al bajarse caminó por un callejón para llegar a su casa; cuando avanzaba, apareció en medio del callejón una figura espectral, era la vieja Jacinta. “Por tu culpa estoy muerta, así que vine a traerte para que me acompañés al mismísimo infierno”.

    Cuentan que Lucinda gritó con todas sus fuerzas. Don óscar salió con pistola en mano y pudo ver con claridad al espectro de la mujer que había asesinado, se quedó de una pieza y la pistola cayó de su mano, de nuevo el fantasma habló. “Te doy dos años más de vida… también vas a vivir en el infierno”. Acto seguido desapareció. En el ambiente quedó un intenso olor a azufre. Cuentan los hombres que estuvieron cerca de don óscar, que una noche escucharon sus gritos en la casona, acudieron a ver lo que pasaba, y en el suelo solo encontraron el sombrero, él había desaparecido.