07/05/2024
07:46 AM

Cuentos y Leyendas de Honduras: La pequeña bruja

A doña Rosa, madre de Gertrudis, una vecina le dijo que la muchacha y sus amigos jugaban con la tabla güija.

    Esta es una historia real que sucedió en una ciudad de nuestro país, en la actualidad muchos jóvenes hombres y mujeres se han vuelto taciturnos y andan en la onda de los emus, personajes casi silenciosos que visten de negro, se alisan el pelo, no usan maquillaje, aunque algunas muchachas utilizan sombras grises.

    Así era Gertrudis Solórzano, niña de 15 años de edad, tenía desconcertados a sus padres que poco a poco vieron el cambio en ella, se apartaba de los demás apenas hablaba, comía y generalmente se encerraba en su habitación.

    Salía de su casa vestida de negro y usaba sandalias del mismo color, solo se le oía susurrar cuando llegaban otros jóvenes emus, la gente los miraba con curiosidad pero para ellos eran indiferentes aquellas miradas. Gertrudis era buena alumna en su colegio, sacaba buenas notas, pero a partir de haberse asociado a ese grupo de taciturnos había bajado su rendimiento estudiantil. A doña Rosa, madre de Gertrudis, una vecina le dijo que la muchacha y sus amigos jugaban con la tabla güija y que la reprendiera ya que aquel era un juego peligroso por la presencia de espíritus demoniacos. Doña Rosa le llamó la atención a su hija y esta contestó que se trataba de un inocente juego pero que quien le había llegado con el chisme la iba a pagar muy caro.

    Dos días después doña Rosa se enteró que su vecina se encontraba en el hospital víctima de un terrible ataque de nervios, decían sus familiares que todo había sucedido de repente, que ella gritaba aterrorizada en la casa señalando las paredes y diciendo que de ellas salían fantasmas, desde ese momento doña Rosa comenzó a sentir miedo ante la presencia de su hija oraba en silencio para que en su casa no fuera a ocurrir algo tenebroso.

    Había en la colonia donde vivía Gertrudis un hombre de 52 años que llamaba la atención de las mujeres que se vestía elegantemente como todo un caballero, era de ojos verdes, bien plantado y de buen físico se llamaba Antonio, Gertrudis jamás había visto con tanto interés a aquel hombre como aquella tarde de octubre al verlo pasar suspiró profundamente, que se va a fijar en mí si soy una niña.

    Tiempo después la muchacha se mezcló con otras gentes que se dedicaban a las ciencias ocultas, había entre ellos niños y niñas de doce años en adelante, y muchachos de 20 a 25 años, además de consultar la Güija encendían velas y decían oraciones diabólicas con las que sentenciaban a alguien a conseguir favores, Gertrudis se metió en aquel mundo de sombras y cuando estaba segura de tener contacto con los demonios puso sus ojos en Antonio, este hombre tiene que ser mío aunque sea yo una niña, ni sabe lo que le espera.

    La joven estaba parada en la esquina esperando que por ahí pasara Antonio, no tuvo que esperar mucho tiempo, él apareció por la calle elegantemente vestido llevando un maletín en su mano derecha. Al pasar frente a la joven la quedó mirando fijamente y le preguntó ¿Tú eres la hija de doña Rosa, verdad..? ...caramba ...como has crecido y que bonita te ves, se agachó para darle un beso en la mejilla y ella lo hizo en la boca.

    De ahí en adelante aquel hombre se volvió loco por aquella niña, se miraban a escondidas y sabían disimular muy bien, lo que Gertrudis no sabía es que Antonio tenía una novia con la que se iba a casar, era una hermosoa y atractiva mujer que trabajaba en la misma oficina donde él laboraba.

    Una tarde cuando Gertrudis pasaba por el parque vio a Toño con la mujer y casi se muere cuando los vio besarse apasionadamente, dos días después le reclamó a Toño. ¿Por qué me estaban engañando..? ...el con una sonrisa le respondió... Tú eres una niña, no nos podemos casar, en cambio con la mujer que me viste tengo tres años de estar con ella y próximamente nos vamos a casar, lo nuestro sucedió porque tú me lo pediste... ¿no te acuerdas que me suplicaste cuando te dije que eras una niña?...así que hasta aquí llegamos, por ti puedo ir a la cárcel, ella dijo: No es necesario, yo no diré nada, las sombras se encargaran. Antonio se encogió de hombros sin comprender aquellas palabras.

    La noche del 20 de octubre Gertrudis se fue al solar de su casa, se sentó en una silla debajo de un frondoso árbol, encendió una vela roja que tenía el nombre de Antonio con seis alfileres rojos y verdes, dijo unas oraciones tenebrosas mientras soltaba sus cabellos y abría sus piernas.

    Todo eso fue visto por su madre que de inmediato entró en su cuarto y comenzó a orar y a reprender a los demonios.

    Al siguiente día corrió la noticia de que Antonio fue encontrado muerto antes de entrar en su casa, tenía golpes por todas partes, solo Gertrudis sabía lo que le había pasado.
    Tres meses más tarde cuando Gertrudis abandonaba a sus amigos después de consultar a la tabla Güija llegó a su casa, se acostó y apagó la luz, repentinamente sintió que alguien se sentaba sobre su cama, trató de moverse, de gritar y no pudo, unos ojos como brazas brillaron en la oscuridad, era el fantasma de Antonio, pequeña bruja te vengo a cobrar mi muerte con tu locura, así que no te inquietes... jajajajaja.

    Gertrudis amaneció como si hubiera estado amarrada con una cuerda, se levantó y con lágrimas contó a su mamá todas las cosas oscuras que había hecho.
    Cuando doña Rosa le dio la bendición a Gertrudis enloqueció y comenzó a morderlo todo, los vecinos ayudaron a doña Rosa y aquella aprendiz de bruja fue llevada al manicomio.

    Han pasado cinco años, doña Rosa cuenta con tristeza la historia de su difunta hija, de su suicidio en el manicomio, no sabía hasta donde había llegado, ignoraba que estaba en contacto con las ciencias ocultas, que este sea un aviso para todas las madres.