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Las maravillas de Cabo San Lucas

  • 19 noviembre 2015 /

Los Cabos encanta desde las alturas y también cruzando un puente colgante.

Cabo San Lucas, Baja California Sur.

La ligera sensación de vértigo que el cuerpo experimenta mientras se eleva por encima de la lancha en mar abierto, se disipa rápidamente conforme se está más cerca del cielo. En silencio.

A casi 200 metros de altura sobre el mar de Cortés, quienes practican parasailing se regalan una vista área que, parafraseando al japonés Haruki Murakami, se antoja recortar y fijar con alfileres en la memoria.

Libres de los sonidos del motor, del romper de las olas y las risas de quienes juegan en la playa del Médano, los viajeros se concentran en contemplar desde otra perspectiva el famoso Arco, la formación rocosa conocida como Fin de la Tierra, la última porción de la península de Baja California.

Otras lanchas en altamar lucen pequeñitas, el azul oceánico parece más profundo y en el horizonte de la costa sobresalen algunos hoteles. El tiempo pasa más rápido de lo que se desea y tras 10 minutos de vuelo, los pasajeros son traídos nuevamente a la lancha. El aterrizaje, como el despegue, es increíblemente suave.

Más que adrenalínica, el parasailing es una actividad contemplativa, de modo que si lo que se busca en Los Cabos es que el corazón lata en las alturas, entonces hay que voltear al desierto. A medio camino entre San José del Cabo y Cabo San Lucas está el parque de aventura Wild Canyons, que además de tener un circuito de ocho tirolesas para sobrevolar el cañón del Tule, reta a los intrépidos a cruzarlo sobre un puente colgante de madera, a bordo de vehículos
todo terreno o ATVs.

El llamado Los Cabos Canyon Bridge presume ser el puente más largo del mundo para ser cruzado por peatones y cuatrimotos: mide 330 metros de longitud, dos metros de ancho y está a 50 metros del suelo en su punto más bajo.

Atravesarlo forma parte de una experiencia que lleva a los conductores por caminos serpenteantes bajo los intensos rayos del sol que aquí se experimentan durante casi todo el año. También se llega a la playa.

Frente al inicio del puente se siente un cosquilleo en la piernas. Aunque se nota que el puente
es firme y se explica que sus cables de acero soportan hasta 300 personas o 50 motos al mismo tiempo, saberse a mitad de un cañón, casi en la nada, no deja de ser inquietante.

La edad mínima para manejar las cuatrimotos es de 18 años. La aventura también puede ser compartida, pero la edad mínima del acompañante son 10 años.


Relajación y aventura, desde el aire, se combinan en este destino que se ha renovado tras el paso del huracán Odile, con la reapertura de alojamientos clásicos y el estreno de nuevos íconos en el país.