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Sin piedad, asesinos se ensañaron con la vida del pequeño Gerson

  • 19 mayo 2015 /

Familiares hallaron el cuerpo del menor con las manos cercenadas, una herida en la cabeza y su camisa amordazaba su boca.

San Pedro Sula, Honduras.

Mientras su madre preguntaba por el cipote de trece años, su cuerpo mutilado yacía en el lecho de una quebrada sin agua. Nadie en la colonia Cruz Roja de Potrerillos se explica por qué mataron con tanta crueldad al menor Gerson David Martínez, cuyo único delito era haberse enamorado de los montes, que fueron testigos de su muerte.

Desde las cuatro y media de la tarde del pasado domingo cuando su familia se dio cuenta que no estaba en el vecindario, se organizaron grupos de búsqueda que penetraron la montaña cercana a su casa que él solía explorar en busca de leña o de frutas.

Pronto las sombras de la noche cubrieron el laberinto boscoso haciendo más difícil localizar al muchacho a quien algunos vecinos dijeron haber visto subir temprano con otros tres menores. Las luces de las linternas como luciérnagas gigantes penetraban por todos los rumbos la espesa vegetación, mientras los gritos nombrando a Gerson se perdían en el silencio de la montaña.

Entre los buscadores estaba su padre Santos René Martínez, quien lo vio por última vez como a las diez de la mañana en la casa. Como no estaba la madre, lo dejó cuidando la vivienda porque él tenía que ir al estadio a trabajar en la taquilla, ya que jugaban dos equipos de la liga burocrática de veteranos.

De pronto el chico salió después de tomar una ducha y cambiarse sin que el padre lo advirtiera.

Al llegar su madre, procedente de Villanueva, lo primero que hizo fue preguntar por Gerson, pero nadie le dio razón de él.

Sabía que era un muchacho inquieto, que siempre estaba visitando a los vecinos o metido en los montes, pero no obstante, tuvo la corazonada que algo le había pasado y pidió que le ayudaran a buscarlo.

Las pulseras

Serían las ocho de la noche cuando la luz de una de las linternas iluminó un bulto en una hondonada por donde antes pasaba una quebrada.

Era el cuerpo de Gerson que estaba a la par de una piedra tirado de lado con sus manos mutiladas y la boca amordazada con su propia camisa. También tenía una herida arriba de la nuca.

Los vecinos dicen que Gerson solía andar por esos montes en compañía de su padre cuando iban en busca de leña.

También le ayudaba a cuidar la milpa y a pastorear las bestias desde que dejó la escuela estando en quinto grado. El monte era su vida, para él la montaña no tenía fronteras, relataron los parientes, quienes el martes volvieron al lugar del macabro hallazgo.

Todavía estaba la sábana blanca que la policía utilizó para cubrir el cuerpo. Las piedras del lecho de la fenecida quebrada estaban salpicadas de sangre como pétalos marchitos.

Cerca hallaron dos pulseras de material sintético, que sin duda cayeron tras los golpes del machete utilizado por el criminal.

Foto: La Prensa

En el cementerio de Potrerillos fueron sepultados los restos del pequeño Gerson.