02/12/2025
12:01 AM

Reviven en El Perico historia del 'hijo de la montaña”

Hace un año, el niño José Franklyn López se perdió en medio del bosque y fue hallado cuatro días después.

Los cuatro días que la dramática historia se dio a conocer a través de Diario LA PRENSA. La noticia conmovió los corazones de los hondureños.

El niño, quien antes vivía con sus dos hermanos y sus padres en una covacha de palos y nailon en la aldea El Perico, Villanueva, dice recordar poco esa experiencia. A raíz de las ayudas recibidas, ahora la familia vive en una vivienda construida con láminas

Al menor lo llamaron “el hijo de la montaña”, porque sobrevivió cuatro días entre los peligros del bosque.

Se durmió en la montaña

La dramática historia de José Franklyn comenzó la mañana del lunes 30 de enero del año pasado cuando dos niños, uno de 10 años y otro de cuatro, se lo llevaron a recoger leña a la montaña. Al mediodía regresaron sin Cocoy, como le llaman a Franklin en la aldea.

María Guadalupe Alvarenga, madre del menor, al ver que los niños que habían llevado a su hijo retornaron sin él comenzó a preguntarles qué lo habían hecho, a lo que ellos le respondían que lo habían dejado dormido arriba. “Volvieron como a las 11:00 am y les pregunté por mi hijo, pero solo me dijeron que se había quedado en la montaña y se fueron. La gente empezó a buscarlo”, recordó.

El mismo lunes, varios residentes de la aldea lo buscaron hasta altas horas de la madrugada tratando de encontrarlo hasta debajo de las hojas, pero no tuvieron éxito.
De la aflicción, los padres del pequeño de tres años, en ese entonces, no comían ni dormían y elevaban plegarias a Dios para que su hijo al menos estuviera con vida y pudiera ser encontrado sano y salvo.

Recuerdos de ese día

Los padres repiten la historia. “A las 7:00 am se fueron a buscar leña, como a las 9:00 am regresaron y empezamos a preguntarle al cipote que se lo había llevado qué dónde estaba el niño y nos dijo que lo había dejado arriba dormido”, contó Franklyn López Mejía, padre del menor.

“Más de las 12:00 del mediodía comenzamos a buscarlo, se organizaron los vecinos y nos fuimos a la montaña. Esos días fueron tristes para nosotros”, relató López, un cortero de caña en el ingenio azucarero

El día que José Franklyn se perdió andaba desnudo y solo puesta una gorra.

El padre, hoy en día feliz de estar con sus tres hijos, dijo que esos días solo quería encontrar a su vástago vivo o muerto porque no podía estar con esa duda. La búsqueda del pequeño de tres años se extendía y se hacía más difícil porque sus progenitores debido a su pobreza no tenían ni una foto de Cocoy.

Los día avanzaban y con ellos las dudas de que el niño estuviera vivo, ya que se tejían muchas suposiciones. Unos aldeanos especulaban que lo habían violado y matado y aseguraron que oyeron sus gritos y llanto.

Otros vecinos manifestaron que se lo había comido un animal, pues en la montaña habitan tigres y leones. Y como si de cuentos y leyendas se tratara, dijeron que se lo había llevado para una cueva un duende que les tira flores a los niños para atraerlos con un olor que no pueden resistir.

El hallazgo

En vista de que el pequeño no aparecía, los pobladores recurrieron a brujos para que les adivinara el paradero de José Franklyn. Los hechiceros dijeron que el niño estaba muerto y que su cuerpo estaba enterrado en un lugar cercano; pero sus predicciones no fueron ciertas y gracias a Dios el menor fue hallado con vida.

El jueves 2 de febrero de 2012 fue el día más alegre en la vida de los padres del menor. Ese día las oraciones rindieron su fruto y el pequeño apareció con vida. Fue hallado por un campesino a la orilla de una quebrada.

Aún nadie se explica cómo pudo el menor sobrevivir cuatro días sin comida ni protección entre todos los peligros de la montaña. “Cuando lo hallamos, mi hijo estaba en la quebrada acurrucado lavándose los pies y comiendo palitos secos, tenía hambre y no hallaba qué comer”, expresó el padre del niño.

“Lo encontramos picado de los zancudos, el cuerpo no se le miraba de tanta roncha, cuando lo llevamos al hospital le pusieron mano inmediatamente”, agregó Franklyn.

El hombre comentó que en la montaña andan fieras. “Le orábamos al Señor que no le pasara nada, que lo guardara, porque ahí hay culebras, hay un tigre, un pizote, animales que son muy peligrosos; pero como el niño ya estaba en las manos de Dios, Él lo protegió”, aseveró.

“Cuando lo hallamos se me tiraba a abrazarme y me decía: ¡papi! Yo también lo abrazaba porque andaba afligido de no mirarlo. La naricita la traía constipada porque aguantó sereno, esa montaña es helada”, recordó.

María Guadalupe Alvarenga recordó esos terribles días en que su hijo estuvo desaparecido.

“Esos días fueron terribles, ya hace un año de eso. No hallábamos qué hacer. Era triste para nosotros, no comíamos de pensar en él, que estaba perdido en la montaña y que no tenía qué comer. Ya cuando lo encontraron nos sentimos alegres”, comentó.“Después de que pasó eso ahora tenemos más cuidado, no se lo prestamos a nadie, ni lo dejamos ir a la quebrada. Le tenemos más cuidado, él ya no sale. Si se va con la abuela, en el momento lo voy a traer”, dijo.

Alcalde le da terreno

El pequeño José Franklyn residía en una humilde vivienda en la falda de la montaña en la que se pedió. Luego de la tragedia, el alcalde de Villanueva, Walter Perdomo, instaló a su familia donde funcionó en su momento un dispensario médico construido con láminas de zinc en la parte de arriba de un campo de fútbol.

“El alcalde nos instaló acá, pero nos quieren sacar porque dicen que esto es del equipo de fútbol”, expresó el padre del niño.

Indicó que el alcalde villanovence le dio un solar a su hijo luego de la tragedia, donde construirán la casa, pero por falta de fondos aún no ha podido empezar la obra.

“El terreno ya está a nombre de mi hijo, pero no tengo el dinero para comenzar la construcción, es muy caro hacer una casa. El alcalde me dijo que me iba a ayudar con materiales, he ido a buscarlo a su oficina, pero siempre me dicen que no está”, comentó.

Dijo además que el alcalde le dio trabajo reciclando plásticos en el botadero municipal y seguía laborando en el ingenio. “Me dijo que me colocaría en otro puesto, pero llego a buscarlo y siempre me dicen que no está”, manifestó.

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