Tomó valor y después de dos años de ser obligada por su madre a prostituirse en las calles, la menor, que ahora tiene 14 años, la denunció ante las autoridades.
Desde los 12 años, la adolescente vivió un calvario. A su corta edad fue entregada al dueño de la cuartería donde vivía con su progenitora, quien sin el menor cargo de conciencia pagó con el cuerpo de su hija el alquiler del cuarto.
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La menor enfrentó un trato cruel, para ella no hubo cariño, ni atenciones. No podía esperar más, su madre creció en las calles y para sobrevivir trabajó toda su vida como prostituta.
La niña se convirtió en una mercancía, la que a los pocos meses fue entregada también al dueño de una pulpería para que su madre obtuviera los víveres que necesitaba.
“Me obligarón a prostituirme, si me acosté con unos 200 hombres es poco, hasta la cuenta perdí. Mi mamá no pensaba que yo era una niña, ella me usó para ahorrarse el pago de muchas cosas y no le bastó, sino que después me dijo que yo tenía que irme a las calles y ofrecerme a los que pasaban en sus carros para que a diario trajera 700 lempiras”, relató la agraviada.
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El testimonio de la menor está registrado en un expediente de la Fiscalía de la Niñez en San Pedro Sula, donde se ha dado seguimiento al caso y se le dedujo la responsabilidad penal a la madre.
