19/04/2024
04:35 PM

Celos, crimen y suicidio llevaron a la tumba a Rosa Flores

Puerto Cortés, Honduras.

Se le hincó para pedirle que volviera con él y le juró que cambiaría, pero cuando ella accedió comenzó de nuevo a atormentarla con sus celos enfermizos hasta que la mató. Luego se quitó la vida yéndose a estrellar en su motocicleta contra una rastra.

Hasta un anillo de compromiso puso Delvin Nahún Reyes en el dedo anular de Rosa Margarita Flores frente a la parroquia de Potrerillos como una prueba de que formalizaría su relación en una ceremonia cristiana que ella esperó en vano.

Como condición para reanudar aquella relación, Rosa Margarita le pidió a Delvin Nahún que no la llevara de nuevo a vivir a Peña Blanca, sino que le hiciera “una casita aunque fuera de nailon” a la par de la vivienda de su hermana María en la colonia Callejas, de Potrerillos.

Eso sí lo cumplió el hombre, pero no la promesa de cambiar y de casarse con ella.

Foto: La Prensa

Ella se sentía más segura viviendo con su familia en Potrerillos, por eso le pidió a él que no la llevara de nuevo a la casa de sus suegros en Peña Blanca.
Separación

Vivía un calvario
Rosa no podía hablar con ningún hombre, aunque fueran amigos. Varias veces, su marido le quebró el celular.
Hace diez años que Delvin Nahún raptó a la muchacha y se la llevó a vivir a la casa de los padres de él en Peña Blanca, donde procrearon a dos niñas en medio de una relación tormentosa porque él la celaba hasta con el aire.

Las hermanas de Rosa Margarita comentan que cuando ellas llegaban a visitarla, él estaba siempre presente en las pláticas para que la muchacha no les contara todo lo que le hacía.

Cansada de tanto sufrimiento, un buen día ella tomó la decisión de abandonarlo y se vino con sus hijas a vivir a casa de su familia en Potrerillos, pero él con halagos y atenciones la convenció para que reanudaran la relación.

Le construyó la casita que ella le pidió al par de la vivienda de su hermana María, donde el pasado trece de junio, cegado de nuevo por los celos, le quitó la vida poco después de que ella le hiciera la cena. “Nunca lo vimos tomarse una cerveza. Su único vicio eran los celos que lo mataban”, dice la hermana mayor de la infortunada joven de 29 años.

Ya se habían acostado cuando el diablo se le metió en la cabeza a media noche y él la atacó con un cuchillo desfigurándole el rostro.

Foto: La Prensa

El crimen sucedió en un cuartucho de la humilde vivienda.
Por la posición en que se hallaba, su hermana María cree que estaba dormida en el momento en que fue acuchillada. “Estaba boca arriba y arropada hasta la mitad del cuerpo. No había señales de violencia”, comentó María, quien tiene su vivienda a pocos pasos de la casita hecha con desperdicios donde sucedió el horrendo crimen.

Un refrigerador en la reducida cocina contrasta con el ambiente de miseria que reina en la covacha hecha con pedazos de láminas viejas de zinc, nailon y madera desechada.

En la puerta del refrigerador, ella había pegado un papel en el que escribió varios salmos de la Biblia. “Jesús es mi luz y salvación, ¿de quién temeré”, decía uno de los salmos.

Contiguo está el cuartito, también con piso de tierra, en el que dormía la pareja en una cama sostenida por cuatro bloques. Al lado, en otra cama dormían las niñas de nueve y siete años. La más grandecita se despertó al oír que su papá encendía la motocicleta afuera. Entonces se fue a la cama de su mamá creyendo que dormía. Cuando le habló varias veces y no le contestó corrió a la otra casa a llamar a su tía María. “Mi papá acaba de irse; mi mamá está en la cama y tiene sangre en la cara”, le dijo. La tía acudió solo para encontrarse con el cuadro aterrador. “Sabía que era celoso, pero no creí que fuera capaz de hacer esa barbaridad”, comentó María.

Foto: La Prensa



Poco después se supo que el hombre se había estrellado contra una rastra que estaba estacionada a la altura de Caracol, carretera hacia el desvío de Peña Blanca. Lo hizo adrede como una manera de suicidarse, según dijeron testigos que vieron cuando Reyes se detuvo por un momento y luego enfiló su moto velozmente contra el pesado vehículo.

“Fue el diablo el que hizo eso porque mi tía estaba preparándose para ir a un retiro cristiano. él (Reyes) nunca quiso acercarse a la iglesia”, comentó una sobrina de la víctima.

No pensó ni en las niñas, quienes no logran entender la causa de la tragedia ni cómo podrán vivir sin sus padres. Afortunadamente, la tía María ya las adoptó como a sus propias hijas.