En una sala de cuidados intensivos y con el 90% del cuerpo quemado, el pequeño Salvador Adalid Mejía Rivera (10) se aferra a la vida luego que por acciente un mortero le explotara, después de las fiestas navideñas.
La tragedia ocurrió la mañana del viernes en la pequeña comunidad de El Roble, cerca de La Entrada, Nueva Arcadia.
El menor salió de su vivienda para jugar con los desechos que quedaban de los cohetes, sin imaginar que lo que encontraría tirado lo iba a poner al borde de la muerte.
El niño fue conducido al Hospital de Occidente ese mismo día. Congojado y esperando afuera de la sala del hospital, Salvador Mejía Valles, padre del menor, relató que “ya íbamos a tomar café, pero en eso Adalid se salió de la casa. No lo vi entrar, de repente solo oímos el bombazo”.
Según su progenitor, Adalid encontró un mortero en medio de la basura, lo recogió y a escondidas lo llevó a una bodega para reventarlo.
Tras escuchar el estallido y ver que salía humo de la bodega afuera de la vivienda, don Salvador salió a buscar al niño, pero ya era demasiado tarde.
“No se miraba nada, yo solo vi las paredes rajadas y una que se cayó. Pensé que ya se me había muerto, pero en eso lo escuché decirme: ‘Papi, sáqueme de aquí’. Lo saqué de los escombros y en un carro de paila me lo llevé a la Cruz Roja de La Entrada”.
En el Hospital de Occidente no lo pudieron seguir tratando por falta de equipo.
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Otro pequeño
En el Hospital de Occidente hay otro niño ingresado por quemaduras por pólvora. Este introdujo cohetes en la bolsa de su pantalón y estos explotaron, aseguraron que su condición es estable y que no perdió sus extremidades.
Por manipulación de pólvora se reportan a nivel nacional. En esta cifra se incluye al primero de la temporada, un joven a quien le estalló un mortero en sus genitales, ocho reportados durante la Nochebuena en la zona central y tres en la zona norte, dos más la tarde-noche del 25 de diciembre en Intibucá y Copán, y este último caso reportado ayer.