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Choloma llora a muertos en accidente de bus

  • 01 noviembre 2014 /

Choloma, Cortés.

La misión de predicar con la que salieron 57 hermanos de la iglesia Testigos de Jehová, de Choloma, Cortés, el viernes, hacia el municipio de Las Flores en el departamento de Lempira, no se concretó. Lo que se planeó para ser un encuentro de fe y salvar almas se llevó la vida de 14 miembros de la congregación que ayer eran llorados, no solo por los parientes y hermanos, sino por cientos de personas que sin conocerlos llegaron a solidarizarse en la tragedia.

El salón comunal de Choloma resultó insuficiente para albergar a los cientos de personas que desde distintos puntos del país llegaron para dar su apoyo y consuelo a familiares de 12 de las 14 víctimas del accidente en San Juan de Opoa.

Desde las 11:00 pm del viernes ingresaron al salón seis de las víctimas: Carmen Castillo (60), con 30 años de congregarse en la iglesia, junto a su esposo Antonio Castillo (60), Edwin Sorto (25), Digna Emérita Padilla Amaya (62), Emily Zelaya (8) y Juana Carballo (62).

El resto de víctimas sus familiares dispusieron velarlos en sus viviendas. A los esposos Bernardo y Josefa Vásquez los velaron en la colonia Los Prados; Miriam Cruz, Astrid Alvarenga y Betulia Rivas tuvieron el funeral en sus viviendas en la residencial San Carlos, de Choloma.

Abrazos, frases de ánimo, lecturas bíblicas, no faltaron para cada uno de los familiares. En el ambiente se respiraba el dolor, la impotencia, pero también la fortaleza y la esperanza. La convicción de que sus muertes no fueron en vano. “Nadie esperaba que murieran de esa forma, pero murieron haciendo la obra que Dios y Cristo nos mandó. Desearíamos si nos tocara morir predicando a otros, haciendo la obra de Dios”, dijo Gesuar Mejía, anciano del Salón del Reino de los Testigos de Jehová.

Foto: La Prensa

Foto: La Prensa

Consuelo

No hubo fronteras ni congregaciones, el consuelo para las 11 familias que fueron veladas en Choloma llegó desde todos los rincones del país, de parte de miembros de todas las denominaciones religiosas que ante la tragedia se solidarizaron y dieron su apoyo a los hermanos.

A las 11:00 am de ayer, desde Santa Rosa de Copán y en dos buses llegó parte de los heridos que sobrevivieron en el percance. En sillas de ruedas, cargados en hombros por los hermanos y parientes, con sus rostros de dolor, se hicieron presentes, pues querían darles el último adiós a los compañeros del viaje mortal con los que planeaban la jornada de oración en Lempira. Una valla se abrió a lo largo del salón para darles paso y recibirlos. Muchos de ellos tenían a una madre o un padre en los ataúdes que eran velados en el centro comunal, por los cuales rodaban las lágrimas, pero en su fe encontraban el consuelo.

Junto a ellos ingresaron los cinco cadáveres que eran velados en distintos puntos de Choloma para recibir el último mensaje de fe que preparaban los miembros de la iglesia. Eran los cuerpos del matrimonio compuesto por Bernardo y Josefa Vargas, Miriam Cruz, Astrid Alvarenga y Betulia Rivas, que se sumaban a los seis que durante toda la noche fueron velados en el lugar.

“Solo nos queda dar consuelo a los familiares, a los amigos, a los hermanos. Ocurrió un suceso que nos cambia la vida familiar, la congregación y la organización. Nos ha tocado sufrir, era un viaje para predicar y lo seguiremos haciendo”, expresó uno de los ancianos de la iglesia en el mensaje de despedida que envió antes de que once de las 14 víctimas fueran sepultadas.

Foto: La Prensa

El último adiós

A las 12:00 m de ayer salieron cinco de los cuerpos hacia el Cementerio General de Choloma, era el inicio del adiós para Betulia Rivas, Miriam Cruz, Juana Carballo, Edwin Sorto y Digna Padilla, seres que murieron buscando ganar almas para Dios.

Una hora después, la caravana fúnebre se dirigió con Astrid Alvarenga, Emily Zelaya, Antonio y Carmen Castillo, quienes fueron enterrados en el cementerio Amor Eterno en la Colonia López Arellano. A las 3:00 pm, en La Jutosa se enterraba a los esposos Vargas. Ese viaje llevó al cielo a 13 miembros de la congregación, hombres y mujeres que desde hace un mes emocionados, por ir a predicar, planeaban el programa que dirigirían en Lempira. En la iglesia mensualmente los hermanos iban a diferentes lugares a apoyar la predicacion; pero esta vez su mensaje no llegó a tierras occidentales, su palabra se apagó para dejar un testimonio de vida en sus familias y hermanos de iglesia.