El Negrito, Yoro, Honduras.
Hay esperanza de que Lucío Acosta, agricultor de El Negrito Yoro, salga pronto del hospital Mario Rivas adonde fue internado con un balazo en la cabeza y otro en un brazo, ya que los médicos dijeron a sus familiares que está fuera de peligro.
Acosta resultó herido durante un forcejeo que sostuvo con su único hijo, Daniel Eduardo (de 21 años) disputándose un revólver con el que el agricultor quería suicidarse. El arma se disparó y el muchacho cayó muerto, luego el padre quiso quitarse la vida.
Para don Lucío, David Eduardo era su brazo derecho, pues era quien lo auxiliaba en las labores de campo cuando el muchacho no estaba en la universidad, según dijo Ángela Escobar, tía del chico. El muchacho se hizo cargo de administrar los arrozales y los platanales durante la temporada que el papá permaneció en Brasil recibiendo un curso de capacitación para agricultores. Aparte de ello, eran buenos amigos. “Nos reíamos viendo cómo Lucío le daba besos a Daniel y luego trataba de chinearlo, pero como el cipote medía más de un metro con ochenta era él quien terminaba chineando al papá”, comentó.
No es cierto que el problema se dio porque el agricultor le levantó la mano a su esposa en una discusión y por eso intervino el hijo de ambos, agregó.
La profesora Miriam Suyapa Escobar, madre del universitario, sabe que la muerte fue accidental, pues su esposo “no sería capaz de hacerle daño a Daniel, ya que era su adoración”, dijo Ángela Escobar.
El cultivador de arroz procede de una familia humilde originaria de una aldea de Victoria, Yoro, de donde llegó a la Guangolola a los 12 años.
Aquí conoció a su actual esposa cuando esta llegó a trabajar como maestra a la escuela del lugar.
Hay esperanza de que Lucío Acosta, agricultor de El Negrito Yoro, salga pronto del hospital Mario Rivas adonde fue internado con un balazo en la cabeza y otro en un brazo, ya que los médicos dijeron a sus familiares que está fuera de peligro.
Acosta resultó herido durante un forcejeo que sostuvo con su único hijo, Daniel Eduardo (de 21 años) disputándose un revólver con el que el agricultor quería suicidarse. El arma se disparó y el muchacho cayó muerto, luego el padre quiso quitarse la vida.
Para don Lucío, David Eduardo era su brazo derecho, pues era quien lo auxiliaba en las labores de campo cuando el muchacho no estaba en la universidad, según dijo Ángela Escobar, tía del chico. El muchacho se hizo cargo de administrar los arrozales y los platanales durante la temporada que el papá permaneció en Brasil recibiendo un curso de capacitación para agricultores. Aparte de ello, eran buenos amigos. “Nos reíamos viendo cómo Lucío le daba besos a Daniel y luego trataba de chinearlo, pero como el cipote medía más de un metro con ochenta era él quien terminaba chineando al papá”, comentó.
No es cierto que el problema se dio porque el agricultor le levantó la mano a su esposa en una discusión y por eso intervino el hijo de ambos, agregó.
La profesora Miriam Suyapa Escobar, madre del universitario, sabe que la muerte fue accidental, pues su esposo “no sería capaz de hacerle daño a Daniel, ya que era su adoración”, dijo Ángela Escobar.
El cultivador de arroz procede de una familia humilde originaria de una aldea de Victoria, Yoro, de donde llegó a la Guangolola a los 12 años.
Aquí conoció a su actual esposa cuando esta llegó a trabajar como maestra a la escuela del lugar.