El príncipe Harry de Inglaterra y Meghan Markle fueron declarados este sábado marido y mujer por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en una ceremonia en la iglesia San Jorge de Windsor.
Los novios intercambiaron los votos matrimoniales y los anillos ante una congregación de 600 personas, entre ellas miembros de la familia real británica y personalidades del mundo del espectáculo.
Harry y Meghan Markle sellaron con un beso su matrimonio.
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La reina Isabel II de Inglaterra nombró este sábado duque de Sussex a su nieto Harry, por su boda con la actriz Meghan Markle, que ostenta también el título, anunció la Casa Real.
'La reina se complace hoy en otorgar un ducado al príncipe Enrique de Gales. Sus títulos serán duque de Sussex, conde de Dumbarton y barón de Kilkeel', anunció el palacio de Buckingham, recibiendo, respectivamente, un titulo nobiliario inglés, escocés y norirlandés, como manda la tradición.
El hermano de Harry, el príncipe William, segundo en la orden de sucesión al trono de su abuela, recibió el título de duque de Cambridge, que su esposa Catalina adoptó en el momento en que se casó.
El príncipe Harry y Meghan durante la ceremonia religiosa en el catedral de San Jorge.
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La gente en las calles vitoreó su llegada y la salida del hotel de la novia, retransmitida en las pantallas gigantes.
Markle emprendió el camino a la iglesia en un Rolls-Royce Phantom IV, acompañada de su madre Doria Ragland.
El vestido de Meghan
Meghan Markle escogió a la diseñadora británica Clare Waight Keller para su vestido de novia.
Markle lució un diseño muy sencillo, blanco inmaculado con escote de cuello de barco y cubrió su rostro con un velo transparente, adornado con bordados en los bordes hechos de organza y con una cola de cinco metros de longitud.
La exactriz adornó su cabeza con una tiara de diamantes, prestada por la abuela del príncipe Harry, la reina Isabel II.
Instantes en que Meghan Markle y Harry eran declarados marido y mujer.
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'Incluidas -prosiguió- las de las colecciones de pret-a-porter y accesorios de mujer y hombre, además de la alta costura'.
Markle entró a la capilla de San Jorge acompañada por los diez niños que ejercían de pajes y damas de honor, entre ellos el príncipe George, de 4 años, y la princesa Charlotte, de 3.
La novia sujetaba un sencillo ramo de flores, y, a mitad del recorrido, el heredero al trono británico, el príncipe Carlos, la cogió del brazo para acercarla hasta su hijo y futuro esposo, el príncipe Enrique.
A su llegada al altar, el nieto de la reina Isabel II le dijo a su novia que se veía 'espectacular', a lo que ella contestó con una amplia sonrisa.
La bella novia a su llegada a la iglesia luciendo un vestido de Givenchy.
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Entre los hombres predominaba el chaqué oscuro, combinado con chaleco brillante y corbata, ellas con tocadas con vestidos de todos los colores, y espectaculares sombreros.
Entre tanto, las calles de Windsor lucen abarrotadas de gente esperando el paseo de la pareja en carroza descubierta a las 13H00 (12H00 GMT), después de la ceremonia nupcial, que empezará una hora antes.
Este sábado, la reina Isabel II de Inglaterra nombró a Harry duque de Sussex, conde de Dumbarton y barón de Kilkeel, respectivamente, un titulo nobiliario inglés, escocés y norirlandés, como manda la tradición.
La actriz ostentará los mismos títulos en cuanto se case.
El príncipe Carlos de Inglaterra acompañó a Meghan Markle al altar en la boda con el príncipe Harry.
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El príncipe Carlos acompañó a su nuera al altar después de la ausencia de su padre, Thomas Markle, por razones de salud y tras conocerse que se había prestado a escenificar unas fotos para unos paparazzi, un pecado capital desde que Diana de Gales murió perseguida por unos fotógrafos en París.
La ceremonia se ajustó a las tradiciones de la Iglesia de Inglaterra, con algún toque diferente, como el coro de gospel que cantó ' Stand By Me', y el sermón de un pastor estadounidense que promete ser más enérgico que lo habitual por estos lares.
Meghan Markle inició caminando sola y a la mitad del pasillo la encontró el príncipe Carlos.
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Atrás quedaron los tiempos en que una divorciada estadounidense - Wallis Simpson, cuya boda con Eduardo VIII le obligó a abdicar en 1936 después de un breve reinado de 11 meses- podía hacer temblar los cimientos de una institución que ha presidido la vida del país desde la noche de los tiempos, con una breve interrupción en el siglo XVII.
La primera mulata
Markle será la primera mulata de la familia real que se recuerda, acercando más que nunca el palacio de Buckingham a los barrios jamaicanos de Londres, donde el enlace ha despertado también interés.
'Está muy bien que esta persona llegue a la familia real, nos da sentido de pertenencia', dijo a la AFP la tendera caribeña Esme Thaw en su comercio de Brixton, el popular barrio de Londres.
La boda es una gran operación de relaciones públicas para la Casa Real británica, que podía haber optado por la privacidad que sus jóvenes miembros suelen reclamar, pero que ha preferido echar mano de la pompa y circunstancia que la hacen atractiva.
La reina Isabel II de Inglaterra y el príncipe Felipe.
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Doria Ragland, madre de la duquesa de Sussex, Meghan Markle.
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El príncipe William y Kate Middleton durante la ceremonia religiosa en el catedral de San Jorge.
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La iglesia conserva una puerta del templo original, la de Galilea, que sólo pueden usar los miembros de la familia real y por la que hará su entrada la reina cinco minutos antes del inicio de la boda.
Desaparecido el Imperio, con el Brexit en el horizonte, y un gobierno británico que suscita pocas simpatías en el mundo, Isabel II y su clan están ahí para mantener la frente alta, como demuestran las miles de personas de todo el mundo, y en particular de las antiguas colonias, que viajaron hasta Windsor.
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