27/04/2024
08:10 AM

¿Cómo se vivían los eclipses solares en el Honduras prehispánico?

Estos acontecimientos astronómicos se asociaban con lo oscuro y catastrófico. En lengua maya se le describía como Pa’al K’in, que significa “Sol roto”

REDACCIÓN. Para muchas culturas antiguas, los eclipses solares representaban un símbolo oscuro o catastrófico que relacionaban con la cercanía del final de los tiempos. En Mesoamérica, los eclipses estaban asociados a un gran felino, arquetipo de la oscuridad nocturna, que simbólicamente devoraba a la deidad más venerada: el padre Sol, un dios generoso que brindaba luz y calor, y cuyo movimiento marcaba el orden que debía regir el tiempo.

“Los mayas, grandes observadores, profundizaron en la mecánica celeste y tuvieron una alta certidumbre para predecir los eclipses, de hasta 55%, pero no siempre podían comprobarlo, en virtud de que los lugares donde se observan están determinados por la rotación de la Tierra”, dice el arqueoastrónomo Ismael Montero.

La deidad solar maya, Kinich Ahau, con largas barbas rodeado de un rectángulo, el cual representa la obscuridad envolviendo al sol, un eclipse. Esto representado en el Códice Dresde.

“¿Por qué podían predecirlos? Porque no puede haber un eclipse de Sol más que en Luna nueva, y no puede haber uno lunar, salvo en Luna llena. A partir de esta base, se puede tener un cierto grado de predicción, considerando desfases que requerían ajustes, como queda demostrado en el Códice de Dresde”, anota el especialista.

Uno de los diferentes símbolos mayas para un eclipse de Sol se representa en la página 54 del Códice de Dresde. Los símbolos que lo componen son: una banda celeste, el Sol, dos fémures, como señal de muerte, y campos negro y blanco que semejan alas de mariposa, en alusión al ocultamiento.

La cuestión de si los pueblos mesoamericanos tenían la capacidad de predecir eclipses ha sido motivo de debate constante. Lamentablemente, debido a la destrucción sistemática de códices como consecuencia de la conquista española, solo podemos abordar parcialmente esta incógnita.

En el caso de los mayas, un pueblo profundamente interesado en la medición del tiempo y su registro, podemos afirmar que desarrollaron un método para predecir eclipses solares y lunares. Tras años de observación meticulosa de los movimientos celestiales y la realización de conteos de lunaciones, lograron identificar fechas en las que ocurrirían eclipses.

Los historiadores han identificado en el Códice Dresde una serie de fechas, principalmente pertenecientes a los siglos X, XI y XII, que pueden ser respaldadas astronómicamente como momentos en los que efectivamente se produjeron eclipses solares y lunares.

Lo cierto es que un eclipse solar representaba un momento crítico, un estado de muerte e inmovilidad para el astro, lo que requería la restauración de su curso regular a través de rituales.

La concepción mesoamericana del tiempo se basaba en ciclos precisos, al final de los cuales acechaba el temor del fin del mundo. Este temor se acentuaba aún más cuando coincidía con fenómenos astronómicos.

Por esta razón, los sacerdotes-astrónomos prehispánicos se sentían comprometidos a profundizar en el conocimiento de los fenómenos celestes, ya que lo que sucedía en el firmamento se consideraba un presagio, ya fuera de desgracia o fortuna, que influía en muchas decisiones fundamentales.

Créditos: Wired