28/04/2024
09:48 PM

Nahún, héroe anónimo atrás de las cámaras

El bombero coordinó la búsqueda de los cuerpos de David Manún y Rafael Mejía. También auxilió a los jugadores Wilmer Fuentes y Kerpo de León

En 2008 estuvo a punto de quemarse. Por fortuna, el fuego solo alcanzó sus botas. Un año después tuvo una contusión en la pierna al lanzarse del segundo piso de un edificio. En ambos casos intentaba controlar un incendio.

Ninguno de los riesgos como bombero le ha quitado el impulso a Ivis Nahún Martínez Torres cuando se trata de asistir una emergencia.

Forma parte de los 87 elementos bomberiles distribuidos en las siete estaciones en San Pedro Sula. Cada vez que suena la sirena está listo en la Estación Central 1 Prado Alto.

Miércoles por la mañana y, la gata, como llaman los bomberos a la sirena, no ha dado señal de alarma. Nahún se traslada al comedor de la estación y relata su vida. Sin querer ha estado detrás de las cámaras que han dado cobertura a hechos noticiosos. Sus acciones heroicas han quedado en el anonimato.

El 3 de agosto dirigió la búsqueda de Rafael Mejía y David Manún, jóvenes desaparecidos después de una tormenta que azotó San Pedro Sula una noche antes. Los cuerpos fueron encontrados sin vida; el primero, al día siguiente de la tragedia, y Manún, tres días después de una intensa búsqueda. El sábado primero de septiembre estaba a cargo como socorrista de cancha en el partido Motagua-Marathón, donde salieron heridos los futbolistas Wilmer Fuentes y Kerpo de León.

Esa fue una noche difícil. Acababan de despachar a Fuentes en la ambulancia cuando De León convulsionaba por un golpe en la tráquea. No lo pensó dos veces y lo sacó en camilla del estadio. Pidió ayuda a una patrulla que lo llevó a una clínica. Actuó con rapidez.

Se salvó de quemarse

Auxiliar en el momento oportuno lo llena de satisfacción durante siete años al servicio de la sociedad.

Muchas veces ha puesto su vida en riesgo, como hace cuatro años, cuando intentó controlar un incendio forestal. De no haber sido por su jefe, que lo sostuvo de la manga de la camisa, mientras rodaba directo a las llamas, quizás no estaría relatando la historia. Solo se le quemaron las botas.

Al hablar de los riesgos vividos hace una pausa. No quiere preocupar a su mamá Francisca Torres ni a su esposa Kiriam Majano. “Mi esposa se consternó cuando le dije que entraría en los bomberos, pero me gustó la idea de servir a la comunidad. Mi mamá padece de la presión y el corazón. No me gusta contarles cuando me sucede algo”.

Nahún lleva 12 años casado y tiene dos hijos: Nahún Enrique (8) y Jesser Caleb, de 19 meses.

Trabajaba como auditor de calidad cuando renunció y entró en el Cuerpo de Bomberos.

Durante un mes recibió muchas horas de entrenamiento para primeros auxilios, ataque contra incendio, búsqueda de rescate en agua y otras áreas.

Al terminar la capacitación empezó a laborar en la estación de Calpules. Ahí pasó los primeros seis años. Luego lo trasladaron a la central. El apagafuegos mandó a traer a Estados Unidos un casco y botas especiales para su trabajo. Otros compañeros que no tienen los mismos recursos andan incompleto el equipo.

“A veces hay carencias porque la Municipalidad no ha mandado el depósito mensual. Hemos trabajado 24 horas sin probar alimento”, lamenta.

Como los demás bomberos, trabaja día de por medio, 24 horas corridas. El día que tienen turno duermen de tres a cuatro horas. “Son 24 horas sin ver a mis hijos”.

En una ocasión, cuando venía de dejar a un herido en el hospital Mario Rivas, lo llamaron de su casa diciéndole que su hijo se había intoxicado con gas queroseno. “Me dijeron que mi hijo estaba en shock. No sabía qué hacer. Manejé con sirena abierta. Cuando llegué lo tomé y lo subí a la ambulancia. La paramédica le dio los primeros auxilios y me contó que se le quedó dos veces”.

A pesar de sus largas jornadas laborales, no descuida a su familia. Se levanta a las cinco de la mañana y cuando su pequeño Jesser se despierta, juega con él. Ayuda a su esposa a alistar a su otro hijo. A las 7:30 de la mañana se alista para llegar puntual a la estación bomberil. “Gracias a la sabiduría que me ha dado Dios y al entrenamiento he sabido reaccionar en las emergencias”.