25/04/2024
01:06 AM

Incorporó a sus hijos a la cantada luego de que su madre los abandonó

De su cuello cuelgan un crucifijo, una medalla de la Virgen de Suyapa y un elefantito como amuleto

    San Pedro Sula, Honduras

    Con una vieja guitarra colgada en bandolera, una armónica y un parlante amarrado a la cintura, Víctor Méndez llegó a la plaza típica, como de costumbre, en busca de parroquianos que quisieran escuchar su música.

    Dato
    Los sábados y domingos en que los niños no van a la escuela se van a tocar a los negocios del Lago de Yojoa o a Omoa.

    Por lo general le acompañan sus pequeños hijos Elvito, de ocho años, y Jesenia, de 10, vestidos de rancheros igual que él; pero esta vez solamente andaba con el varón. “La niña está en la escuela”, comentó.

    Aprovecha la hora del almuerzo, cuando hay más concurrencia en el negocio de comida, para ofrecer los servicios del conjunto familiar que él bautizó como Solistas Porteños.

    Por diez lempiras que le pagó uno de los parroquianos instaló su parlante portátil, descolgó su guitarra con la armónica adherida y comenzó a tocar ambos instrumentos a la vez. Evito lleva el ritmo con maracas hechas con flotadores de servicio sanitario, mientras él canta Cuna de oro, el corrido de los Valle.

    Antes de que nacieran sus dos hijos cantaba con otros trovadores de la calle. Con el tiempo que nacieron los pequeños, su madre los abandonó y él tuvo que sacarlos a cantar; sin embargo, solo lo hace cuando no están en clases. él no fue a la escuela, pero compone canciones “a pura mente”.