Entre L12,000 y L100,000 gastan hondureños para sepultar parientes

San Pedro Sula

El 2 de noviembre de cada año se conmemora el Día de los Difuntos, una fecha en que familias y amigos recuerdan a quienes ya partieron de este mundo. Se acostumbra a visitar cementerios, se llevan arreglos de flores naturales o artificiales, coronas, se limpian las tumbas y rinden oraciones.

En Honduras se espera un alto movimiento de personas en los camposantos, principalmente de los empleados del sector público que gozan de asueto.

La conmemoración también deja ingresos económicos a quienes ofrecen servicios de limpieza, pintura de lápidas y mausoleos, así como reparaciones de estructuras e incluso asisten diversos empleados de funerarias que ofrecen a la gente planes de previsión en caso de muerte.

La muerte, aunque es un asunto poco incómodo de hablar, es un momento que tarde o temprano llegará para todos.Se estima que el 95% de la población hondureña nunca se prepara con planes de previsión mediante las distintas funerarias que operan en el país, mientras que el 5% sí lo hace, principalmente en las grandes urbes.

Los hondureños viven quejándose de los bajos salarios de sus trabajos, el alto costo de la canasta básica y los combustibles porque argumentan que el dinero no ajusta, pero lo cierto es que incluso morirse es caro.

LA PRENSA Premium indagó los costos aproximados de los diferentes planes que ofrecen las funerarias privadas a la población, según categorías baja, media y alta.

El primero encierra a un segmento poblacional que difícilmente compraría un lote privado, por lo que normalmente acuden a cementerios municipales o locales, tampoco utilizan carroza fúnebre, sino que vehículo particular para trasladar el cuerpo y velarlo en una casa, iglesia o centro comunal.

Para una familia de escasos recursos, enterrar a su ser querido cuesta de 12,000 a 16,000 lempiras en total, según cálculos.

En la clase media existe una diferencia significativa y, por ejemplo, solo el traslado en carroza tiene un valor elevado si es dentro de un radio de 10 kilómetros en ciudad, o si es fuera el cobro por kilómetro cuadrado es alto.

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Por todo se puede llegar a gastar entre 50,000 a 79,000 lempiras.En cambio, los de mayor ingresos pueden gastar un poco más por su condición económica.

Por todo pueden gastar entre 80,000 o arriba de 100,000 lempiras para el sepelio de su pariente.En algunos casos se da hasta el 25% de descuento por tercera edad y los precios varían dependiendo si se paga al contado o crédito.

Los planes de previsión tienen un porcentaje de 10% menos en comparación a los de emergencia.El más barato cuesta de 12,000 a 14,000 lempiras y los más caros pueden alcanzar los 70,000 lempiras, con primas de hasta 8,000 lempiras y financiamientos disponibles de hasta seis años, con una tasa de interés del 15% y cuotas varias según meses plazo.

Por otro lado, las inhumaciones y traslado de cuerpos tienen un costo de entre 40,000 y 50,000 lempiras según distancia, así como 3,000 lempiras en trámites aduanales en caso de las repatriaciones.

El proceso de cremación no se da en todas las ciudades del país y cuesta entre 45,000 a 55,000 lempiras, casi siempre es pedido por personas de clase media-alta, pero no llega ni al 1% de total de cuerpos reportados. Los entierros pueden ser bajo tierra o en mausoleos, con valores de 20,000 a 80,000 lempiras.

El derecho universal que indica que todos somos iguales no se respeta en vida ni después de la muerte. Muchas familias se ven orilladas a pedir a alcaldías ataúdes o ayuda económica para darle el último adiós a su ser querido.

Mientras tanto, una mediana parte puede aplicar a planes que oferta el millonario negocio de las funerarias, que incluye modelos de ataúdes como el Presidente y el Americano, con precios de hasta 72,000 lempiras, de los más caros en la industria; traslado fúnebre local y nacional, salas de velación modernas parecidas a la recepción o salones de un hotel cuatro o cinco estrellas, videos de honra, lápida interactiva, plan de traslado integral, refrigeración de cadáveres, venta de placas, lápidas y floreros, libro de condolencias, servicio de comida personalizado, trabajos de apertura y cierre de fosas y arrendamientos de lotes.

De acuerdo con datos proporcionados por la Asociación de Funerarias de Honduras, el 75% de la demanda de ataúdes se da entre personas de escasos recursos, un 15% en la clase media y apenas el 10% de familias de estatus socioeconómico alto.

La Asociación únicamente tiene registradas 10 funerarias de las 350 que operan en el territorio nacional.

Para el economista Elfren Matute, es conveniente que la población asuma un plan funerario dentro de sus prioridades e incluso aplique a financiamientos o préstamos con bancos, pues argumenta que “tarde o temprano es el lugar donde vamos a descansar, y así evitaremos que en algún momento sorprenda a la familia cuando no se está pasando por una buena situación económica”.

El experto sugirió a las familias “hacer un sacrificio y renunciar a otras cosas, hay paquetes que son económicos y accesibles para quienes ganan salario mínimo”.

Las funerarias y espacios privados para sepultura se han convertido en un sector atractivo y con mucha estabilidad que resulta un negocio bueno para invertir.

Edwin Lanza, presidente de la Asociación de Funerarias de Honduras, declaró que “la muerte es el momento más triste de una persona y es cuando mayor solidaridad se necesita por parte de las empresas que prestan este servicio. Se debe tener más conciencia social y ética al vender, sé que es un negocio; pero muchas abusan, cuando su misión es cobrar lo justo”.

El empresario ejemplificó que “hay ataúdes que cuestan más que un vehículo” y aseguró que muchos de los hondureños se endeudan con cantidades que van desde 20,000 a 40,000 lempiras para sepultar a su ser querido.

“Las empresas suelen dar un valor de enganche, pero cuando brindan el servicio hacen firmar letras de cambio que golpean el bolsillo de los pobres, quienes incluso se ven obligados a deshacerse de varios de sus bienes para saldar lo prestado”, dijo.

Lanza denunció que la competencia desleal por parte de negocios pequeños afecte las ventas de empresas grandes al existir convenios con morgues y hospitales.

Los cementerios que son administrados por las alcaldías registran una precariedad y son la fotografía contraria del mundo ideal para descansar por la eternidad.Estos sitios están cargados de matorrales, tierra agrietada y tumbas semiabiertas u ocultas, lo que resulta imposible de identificarlas.

En el caso de San Pedro Sula, de las ciudades con más muertes reportadas cada año, la municipalidad maneja nueve cementerios, en los cuales de enero a octubre de este año se gastó un total de 7,903,978.21 lempiras en la parte operativa, según consignó la Corporación a través de una solicitud enviada a LA PRENSA Premium mediante el portal de transparencia, lo que resulta altamente millonario en comparación a la realidad.

Por ejemplo, el cementerio de La Puerta es el más grande de la ciudad y le sigue el General Apóstol San Pedro, pero se constató que está en completo abandono tanto por autoridades locales como de familiares, pues varias de sus tumbas están prácticamente abiertas e incluso se observan algunas osamentas.

Carlos García, jefe de cementerios de la alcaldía sampedrana, manifestó que “es cierto que hallamos gran parte de los camposantos en mal estado, pero trabajamos para cambiarles la cara, incluso buscamos tener una base de datos digital para que las personas identifiquen las tumbas e incluso tener un guía turístico”.

El funcionario detalló que el departamento de cementerios tiene a su cargo 50 empleados, entre personal administrativo, personal de limpieza, fumigación y guardias.

Enfatizó en que como alcaldía no están en la obligación de construir o modificar tumbas, únicamente los familiares.

Eliseo Fajardo, director del archivo municipal, afirmó que los cementerios serán transformados en los próximos años para el bien de la comunidad sampedrana.

El Ministerio Público contabilizó siete denuncias entre 2010 y 2021 en cementerios de Santa Rosa de Copán, San Pedro Sula, Marcala, Olanchito y La Ceiba por robos, robos con intimidación, tentativa de robo y daños.