27/04/2024
02:45 PM

Hay 500,000 personas aún en zonas vulnerables

La CCIVS asegura que ha cerrado el 98% de los boquetes abiertos por Eta y Iota.Habitantes dicen que aún hay bordos que no están reparados y temen llenas.

SAN PEDRO SULA

El aumento del nivel de las aguas de los ríos Chamelecón y Ulúa observado en días recientes mantiene en alerta a más de 500,000 personas del valle de Sula que vivieron una pesadilla con las inundaciones causadas por Eta y Iota en noviembre de 2020.

Quienes estuvieron con el agua al cuello en ese entonces en las comunidades rurales y el casco urbano de La Lima, también en la parte baja de Villanueva, San Manuel y Choloma, comenzaron a desvelarse con las lluvias de corta duración, pero intensas, que cayeron en los últimos días.

Aunque las lluvias no se han intensificado y no han causado aumentos constantes en el caudal de los ríos, los habitantes de esas zonas temen que las aguas vuelvan a socavar y romper los muros de contención e inundar una gran parte del valle de Sula.

Postrados en la pobreza, sobre todo los que están en las aldeas, piensan que el Gobierno no reparó todos los boquetes ocasionados por Eta y Iota; otros hondureños estiman que la reconstrucción de esos tramos la realizaron con material y compactación inadecuada.

El Gobierno, según Leonel Ayala, ministro de Gobernación y presidente de la Comisión Contra Inundaciones del Valle de Sula (CCIVS), ha invertido más de L450 millones en la reconstrucción del 98% de 80 kilómetros de muros de contención (de 900 kilómetros) destruidos por los caudales de los ríos hace nueve meses.

Foto: La Prensa

Boquetes

Frente a un boquete abierto en el muro que serpentea el río Chamelecón en la aldea Guaruma 2 de Villanueva, Cortés, José Leonel Lemus vaticina una nueva inundación en esa y otras comunidades “por la falta de inversión gubernamental en la reparación y protección de los bordos”.

“Este es un boquete que lo dejaron las inundaciones pasadas. Cerca de aquí hay otro boquete que tampoco ha sido reparado. Eso nos preocupa. Nosotros perdimos unas 30 cabezas de ganado, unos 60 ovejos. Siempre perdemos porque vivimos cerca del río. Desde 1981 vivimos en esta aldea y nos hemos acostumbrado a las inundaciones, a pesar de eso esperamos apoyo de las autoridades. La inundación de Eta nos llevó el barracón que teníamos. Mi mamá vive en la colonia Reyes Caballero y allí también el agua llegó al techo”, dijo.

En Guaruma 2, también en Guaruma 1, La Filadelfia y otras aldeas aledañas, cientos de personas aún no logran recuperarse de las pérdidas ocasionadas por las inundaciones de Eta y Iota, fenómenos que con 6,236 y 5,803 metros cúbicos por segundo superaron la capacidad hidráulica del cauce del río Chamelecón (1,900 m3/segundos) y con 11,256 y 11,156 m3/segundos desbordaron la de río Ulúa (4,000 m3/seg).

En esta zona aún hay casas sin techo o con techos de lona y paredes de plástico donados por organizaciones no gubernamentales como la Bolsa Samaritana, Cruz Roja, Visión Mundial y las agencias para el desarrollo internacional de Estados Unidos, Japón y España.

“Tengo una casa de lona con la ayuda de Usaid; la Cruz Roja ha venido también a regalarnos palas, machetes, palas, pujaguantes, lazos, metros, agujas, jabón, ollas, platos. Esas cositas las vamos a perder con otra inundación”, expresó Karla Patricia Aguilar, mientras esperaba que le hicieran unas tortillas a la orilla de una calle en Guaruma 2.

Aguilar, que tiene 15 años de vivir en esta aldea, estuvo a punto de ahogarse durante Eta y hoy, al observar lluvias copiosas y ver aún boquetes en los bordos, no le queda duda que “habrá otra inundación”.

Adriana Salas, dedicada a hacer tortillas para vender a los vecinos, piensa, como Aguilar, que estas comunidades están destinadas “a sufrir nuevas inundaciones y seguir empobrecidas”.

“Aquí vienen los políticos solo a pedir el voto. Dicen que si les damos el voto nos ayudan con láminas. Juegan con la necesidad que nosotros tenemos y eso no es correcto. Nosotros queremos apoyo y queremos que llegue un presidente al poder para que de una vez construya obras para protegernos”, criticó Salas.

El año pasado, Aguilar, Salas y Lemus se convirtieron en parte de las 241,641 personas evacuadas en Cortés. En todo el país, más de 437,212 tuvieron que abandonar sus viviendas antes de ser anegadas o rescatadas cuando ya estaban con el techo cubierto por el agua.

“Aquí todavía hay destrucción, hay muchas casas que no han sido reparadas y las organizaciones que no son del Gobierno siguen trayendo ayuda. No hemos logrado reponer lo perdido y ya estamos preocupados. En esta zona no han reparado los bordos, ni los han revisado. Yo tengo unos animales a la orilla del Ulúa y allí no han reparado. Si llueve fuerte unos tres días en el occidente, nos volveremos a inundar. Hace poco, con una noche de lluvia, se salió el agua a la vega”, dijo José Armando Velásquez, poblador de Corozalito, San Manuel.

En otros tramos afectados, Velásquez ha visto “maquinaria haciendo reparaciones”, mas él considera que “no las ha estado haciendo correctamente porque la tierra la dejan floja y hasta la hierba que cubre y protege parte del bordo la han quitado”.

Mientras Héctor Castro, presidente de la Asociación Industrial de Productores de Aceite de Palma Aceitera de Honduras (Aipah), ve con “preocupación lo que está ocurriendo en Tela, donde “ya hay fincas inundadas”.

Los dos huracanes causaron daños y pérdidas por más L52,099 millones, según el informe “Evaluación de los efectos e impactos de la tormenta tropical Eta y el huracán Iota en Honduras” realizado por el Banco Mundial (BM) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Fincas inundadas en Tela

TELA. Plantaciones de palma aceitera aledañas al río Guaymón en Tela, Atlántida, se encuentran inundadas desde la semana anterior luego de la precipitación de las primeras tormentas asociadas a fenómenos tropicales como el huracán Ida que afecta las costas de Estados Unidos.

Eduardo García, responsable de una finca aceitera, informó que estas plantaciones, ubicadas en kilómetro 32, “están inundadas porque no han tapado los boquetes” aunque desde “hace dos meses hay maquinaria trabajando”.

“Han estado trabajando, pero llegaron con poco personal. No llegaron capacitados y llegaron en tiempo de invierno. Están afectadas la aldea Las Tomas, La Unión, Villa Franca y La Unión. Sin reparar hay entre 5 y 6 boquetes en los bordos del Guaymón”, dijo García.

Foto: La Prensa

Plantaciones de palma aceitera inundadas en el kilómetro 32.