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Paraísos inaccesibles

  • 09 agosto 2023 /

    Honduras es un país bendecido, que cuenta con muchísimos paisajes dignos de admirar. De norte a sur, de oriente a occidente: playas, montañas, pueblos y ciudades verdaderamente encantadores pueden convertirnos en un destino turístico apetecido por viajeros de todo el mundo.

    Una estancia en La Esperanza, en Gracias o en Santa Rosa, en Occidente, o en Yuscarán, en Oriente, sin duda que valen la pena. Son ciudades encantadoras, en las que se come y se descansa como en pocos lugares del mundo. Y de los destinos turísticos por excelencia como Copán Ruinas, cualquier cosa que se diga es poco, así como de las inigualables playas de Trujillo.

    Los hondureños quisiéramos que propios y extraños pudiéramos disfrutar con facilidad de estos sitios y parajes que, francamente, embelesan. Pero nos encontramos con un serio inconveniente: las carreteras que comunican a algunos de estos lugares están en tan mal estado que, si los que vivimos aquí lo pensamos dos veces, los extranjeros dispuestos a gastar su dinero, acostumbrados a servicios turísticos de primera, difícilmente van a querer internarse en rutas semidestruidas, varias en pésimo estado.

    El problema no es nuevo. Los expertos señalan que el descuido ha sido de varios gobiernos anteriores, de por lo menos dos décadas, y que hay que poner manos a la obra inmediatamente, porque la postpandemia ha provocado un boom de viajeros y porque el desarrollo de Honduras exige un gran ingreso de divisas, por lo que la industria turística puede contribuir mucho.

    Las instalaciones hoteleras y los servicios de restauración han mejorado bastante en los últimos años; muchos emprendedores han apostado por este sector productivo, pero ellos dependen de que la gente pueda llegar hasta los lugares en los que prestan sus servicios.

    Hoy por hoy, aparte de la autopista CA-5 y de la carretera que une a Tegucigalpa con Catacamas, las distintas vías terrestres necesitan una intervención urgente. Falta, además, alguna regulación para la construcción o instalación de túmulos en las carreteras, porque en algunas, la de Olancho es un ejemplo claro, se abusa de ellos y constituyen un dolor de cabeza para los que por ellas transitan.

    En este país hay muchos problemas por resolver, y todos necesitan dinero para ejecutarse. La llamada industria sin chimeneas es capaz de generar recursos sin causar daño al ambiente y más bien ayudando a su cuidado y conservación.

    Hagamos que esos paraísos que Dios nos ha regalado sean fáciles de acceder, para poder disfrutarlos.