27/04/2024
12:50 AM

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    No son excluyentes, pero sí una realidad manipulada para aliviar el malestar sin lograrlo o rebajar el impacto que pudo tener la primera información con una segunda que dice todo por sí sola. El tema se refiere al benemérito e histórico hospital sampedrano Leonardo Martínez Valenzuela del cual en muy pocos días llegan noticias. El pasado viernes 2 de febrero nos enteramos, “temen despidos de 357 empleados”. El pasado lunes 5 de febrero sorprenden con “gestionan millonarios proyectos para el hospital”. No hay contradicción, pero sí suspicacias.

    En cuanto a los despidos el temor se ha generado con la notificación de la Secretaría de Salud (Sesal) sobre el fin de la gestión de la fundación que administra el hospital desde hace unos años. Se le ha comunicado su fin para el 31 de marzo. Nada extraño, por los antecedentes de los dos últimos años, de que haya preocupación “por la estabilidad laboral” porque se agilizan las liquidaciones a las que seguirán los despidos. Sin duda ya habrá lista de aspirantes con “condiciones” para ocupar los puestos.

    No es la primera vez que la reacción busca allanar el camino de la opinión pública y de organismos e instituciones oficiales. Nada extraño, pues, que de inmediato hayan salido a la luz pública proyectos necesarios para que el querido Leonardo Martínez amplíe la infraestructura, aumente las posibilidades de atención a los pacientes y proporcione facilidades para doctores, enfermeras y familiares de internos. Todo ello, aunque tarde, será bien recibido, pues la precariedad y las necesidades inmediatas y a futuro han multiplicado las exigencias, no atendidas, de los hondureños.

    Las explicaciones dadas por el director del hospital se refieren específicamente a la ampliación de pisos en el edificio pediátrico con el objetivo de disponer de 300 camas y en maternidad sumarían 150 camas. Muy significativo y eficaz en las labores anuales del hospital es el paso de brigadas médicas sobre cuya llegada hay serias dudas, pues el cauce de su colaboración son personas particulares e instituciones ajenas al ámbito oficial que por años han mostrado solidaridad para miles de hondureños necesitados de cirugía. Se ha abierto el telón y las escenas de los dos actos inmediatos las van dando a conocer. Falta el desenlace para más de 300 empleados que están temerosos por la alta probabilidad de despidos. Ahora nadie considera el pasado reciente de la pandemia durante la cual la mayoría de los hoy “en la cuerda floja” enfrentaron la altísima probabilidad de enfermar y el seguro contagio en la familia y amigos si fuesen afectados. Dos noticias cercanas, no excluyentes, pero sí muy significativas para interpretar la realidad cotidiana en nuestro país.