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12:26 AM

Menos excusas

  • 20 diciembre 2021 /

    Es doloroso no solo tener las vacunas disponibles y que no lleguen personas que quieran aplicárselas, sino que deban botarse porque están caducando sin cumplir su propósito de evitar más muertes por el contagio del covid-19 o por cualquiera de las variantes que sabemos circulan en Honduras: la delta, gamma y alfa. Porque, aunque hemos avanzado en el programa de vacunación, persiste una gran parte de la población que se niega a ser inoculada.

    Hasta la semana pasada, de los 9.5 millones de hondureños, 4.8 millones recibieron la primera dosis de la vacuna y, de ellos, 3.6 millones fueron por la segunda; mientras unos 232,000 habían recibido la dosis de refuerzo, una cifra muy baja en consideración a los casi 10,500 fallecidos por la enfermedad registrados desde marzo de 2020. Esa tercera dosis se aplica seis meses después de haber recibido la segunda y solo a cuatro meses en personas mayores de los 50 años. Su propósito es evitar que la nueva variante sudafricana del covid-19, la ómicron, le provoque enfermedades graves. Y si tres vacunas le parecen bastante, los laboratorios ya prevén la cuarta dosis, una especialmente diseñada para proteger contra esta variante que creen estará lista para comenzar a inyectarse en tres o cuatro meses, quizá para marzo.

    Como se ha insistido, aunque el número de muertos y hospitalizados están cediendo gracias a medidas de control y del avance de la vacunación, no vamos a salir de la pandemia hasta conseguir la inmunización completa de la mayoría, una de las tareas desafiantes para el Gobierno de la presidenta electa Xiomara Castro. Las nuevas autoridades no solo deben asegurarse de que los centros de salud estén en condiciones óptimas para atender los programas de vacunación, sino que deben enfrentarse a la indiferencia con la que actúan quienes no aceptan ser vacunados.

    Médicos y científicos siguen lamentando esta conducta y haciendo llamados a la población, como el doctor Marco Tulio Medina, exdecano de la Facultad de Ciencias Médicas. La campaña en contra de las vacunas, dice, “es realmente grave, provocada por la distorsión de algunos principios religiosos o pseudorreligiosos y las campañas mediáticas asociadas a información seudocientífica”. Entendamos que las vacunas no afectan la salud, solo salvan vidas.

    El país debe tener a la mayor cantidad de personas vacunadas para enfrentar a la ómicron que, una vez detectada, pondrá en riesgo a la población que solo ha recibido una o ninguna dosis. Nada nos salvará de esta nueva amenaza si no dejamos atrás la indiferencia. Las excusas se están acabando.