28/04/2024
07:28 AM

Madre y maestra

    Este día, el pueblo católico hondureño, tanto el que reside dentro de la patria como el de otras latitudes, conmemora el 277 aniversario de la aparición de la Virgen de Suyapa un sábado de febrero de 1747 en la montaña del Piligüín, a inmediaciones de Tegucigalpa, a dos jóvenes labradores, Alejandro Colindres y Lorenzo Martínez, que al caer la noche decidieron pernoctar en ese sitio. Al acostarse, Lorenzo sintió que un objeto se le incrustaba en el costado, colocándolo en su bolso.

    Al siguiente día, ya en la aldea de Suyapa, él y su familia se percataron de que se trataba de una pequeña imagen: la Morenita, posteriormente consagrada como Patrona de Honduras.

    Se edificó una ermita y años después la imponente basílica, ambas frecuentadas tanto individual como grupalmente por los devotos feligreses, que la visitan desde los cuatro puntos cardinales del país, y más allá de sus fronteras, con total fervor y devoción, agradeciendo los múltiples favores recibidos de parte de la madre de Cristo.

    Hoy es la fecha culminante, en que convergen miles de creyentes, precedidos por las peregrinaciones de las pastorales; entre ellas, la garífuna. Sus integrantes, desplazándose desde sus comunidades costeñas, cantan, danzan, portando ofrendas de su gastronomía e instrumentos musicales, como muestra de respeto y agradecimiento, orando en su lengua autóctona.

    El culto mariano forma parte integral de nuestra identidad nacional, como lo son igualmente el Himno Nacional, la bandera, el escudo, que aglutinan a todos, independientemente de credos políticos, posición social y económica, etnia.

    La Virgen de Suyapa posee un especial poder de convocatoria, particularmente en tiempos de confrontación y divisionismo como los que desgraciadamente estamos viviendo, que enfrentan a hermano contra hermano.

    Imploremos a la Virgen Santísima que tanto gobernantes como gobernados depongan actitudes sectarias que dividen y separan, inspirándonos para que, de hoy en adelante, pensemos en función colectiva y no particular, en aras del progreso y bienestar de nuestra cuna común, que debe estar compartida y no dividida por consideraciones sectarias y egoístas.

    Que nunca nos desviemos del sistema democrático, imperfecto pero sujeto a progresiva mejoría, siempre y cuando todos, al unísono, pensemos y actuemos en la misma dirección: el bien común.

    Para el logro de estos nobles propósitos, la Morenita, la madre de todos los hondureños, sabrá escucharnos intercediendo ante su Hijo.