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Lo positivo del multipartidismo

  • 25 agosto 2021 /

    Un accidentado primer intento para realizar el sorteo que definiría la posición de cada uno de los 15 candidatos a la Presidencia de la república, y la publicación de la muestra del que será el voto en ese nivel electivo, ha dado pie para que se emitan distintos comentarios sobre la nueva realidad política del país, que en cosa de 40 años ha pasado de contar con dos partidos a tener, hasta este momento, 15 instituciones que buscan el poder de la nación.

    Y, aunque todo parece indicar que las posibilidades de lograr la voluntad de la mayoría de los votantes realmente se reduce a cuatro partidos, lo cierto es que el multipartidismo no deja de ser beneficioso, en cuanto representa el amplio abanico de posturas ideológicas de la ciudadanía y, por lo mismo, se convierte en un cauce válido para expresar sus aspiraciones. El hecho de que, en el pasado, algunos de estos partidos llamados pequeños o emergentes se hayan plegado a otro de mayor militancia no descalifica a aquellos que, verdaderamente, buscan convertirse en opciones válidas y legítimas.

    Es cierto que en el panorama político de algunas de las democracias más estables el bipartidismo ha prevalecido, también lo es que, en otras, el caso de Chile es tal vez el más notable en la región, el multipartidismo ha jugado un papel muy importante en la consolidación del Estado de derecho. En el caso chileno se han dado elecciones en las que ha habido hasta 18 candidatos presidenciales, lo que no ha significado, de ninguna manera, un debilitamiento del nervio democrático, sino todo lo contrario. Las negociaciones y necesarias alianzas en realidades como esa terminan por generar gobiernos equilibrados y con amplio respaldo popular.

    Lo importante es que los dirigentes de partidos que cuentan con relativa poca membresía, tanto aquellos que tienen ya varias décadas de existir como los recién inscritos, partan de un proyecto político sólido y, en caso que se dé la situación, cumplan un papel serio de bisagra entre las fuerzas mayoritarias y no se inclinen permanentemente en favor de alguna de ellas, con lo que pierden personalidad propia y razón de ser. Que ambos fenómenos se han dado en el acontecer político nacional en la historia pasada y reciente. Pero eso no es una falla del sistema multipartidista, sino de algún dirigente sin escrúpulos que ha buscado aprovecharse de la situación y obtener ventajas personales. Ojalá que, en el caso de Honduras, la existencia de 15 fuerzas políticas sea una demostración de sana pluralidad y no una trampa antidemocrática.