26/04/2024
12:56 AM

Evidencias vuelan

    “Colorín colorado, ¿este cuento se ha acabado?”. El saqueo de evidencias depositadas en almacenes del Ministerio Público deja al desnudo las precarias condiciones en que se dicen guardar y proteger las pruebas listas para enviar al tribunal en el proceso judicial de criminales y delincuentes. Si desaparecen las pruebas cómo se puede hacer justicia, aplicar la ley, pues lo primero que harán los abogados es apuntar la debilidad y así fortalecer y multiplicar la impunidad.

    Las denuncias y críticas sobre la debilidad endémica del sistema judicial se han centrado en las múltiples escapatorias, léase impunidad, por falta de pruebas, o deliberada gestión en el proceso para eludir responsabilidad y a la “chita callando” volver a un ambiente en el que la complicidad se sintetiza en palabras clásicas, “pobre niño, pobre hombre”. Esto en el caso en que haya habido con aparente normalidad acción en los tribunales que en numerosas ocasiones se convierte en pase profesional de torero.

    En más de una década se ha ido acentuando el robo, profesionales del derecho dirán hurto y aún otros calificarán de usurpación, de evidencias de actos delictivos o criminales supuestamente protegidas para ser presentadas en los tribunales. Si no hay pruebas porque se hicieron humo el rumbo del juicio es claro ni siquiera llega a aquello de justicia tardía no es justicia.

    El ejemplo más reciente y claro ha quedado a la vista por la publicación reciente de LA PRENSA tras la cual se inició la investigación “sui géneris”, pues la bodega, utilizada como depósito de pruebas, evidencias, se hallaba cerrada. El encargado administrador se fue de vacaciones y no ha regresado. A ello hay que añadir que no hay registro de los recibido para guardar, proteger y presentar cuando lo solicite el tribunal. Lo hallado no pasó de bolsas vacías y rotas y algún papel en el que describía de lo que contenía.

    Por eso el colorín colorado clásico de los relatos infantiles no lo terminamos con una aseveración, sino con un interrogante ¿este cuento se ha acabado? Porque el último caso sucedió en El Progreso, pero en Puerto Cortés y San Pedro Sula ya han ocurrido hechos similares con abultado saqueo y como es dentro de casa no hay que airearlo, sino en todo lo posible dejar que el tiempo ayude a olvidar y “a seguir”.

    Esperamos que el saqueo de las evidencias en la Perla del Ulúa no sea un caso más. De acuerdo con cálculos de los procesos judiciales unas 50 armas de fuego “volaron” y, sin duda, ya habrán encontrado nido y actividad. La nefasta historia de la custodia y aseguramiento de evidencias tiene que terminar para disminuir, hay otros elementos, la gran debilidad en los tribunales, donde las piezas son movidas por doctos y alagartados jugadores.