28/04/2024
02:25 AM

Cultura

    Las cosas de palacio van despacio es la advertencia popular para no desesperarse, pero sin acomodarse al tortuguismo que generalmente envuelve las decisiones gubernamentales. Si no hay emergencia hay que recurrir a la “santa paciencia” para no obstaculizar el normal desenvolvimiento de las neuronas.

    Hace dos años, después de mucho más tras el cierre y traslado del instituto José Trinidad Reyes de amplia y prolífica historia en la Capital Industrial del país, se firmó un convenio para la construcción de la plaza de la cultura aprovechando el buen estado del inmueble para cuya conservación el Club Rotario había realizado las inversiones necesarias. Hasta ahí con generoso seguimiento se vislumbraba en el centro de San Pedro Sula, bulevar de los caminantes, estadio Morazán, a tres cuadras de la primera avenida o Paseo de los Próceres. Ubicación ideal para la actividad cultural en la ciudad.

    El novelista y ensayista francés André Maurois en su definición de la cultura la desligó de la creencia popular que califica de culto al que ha acumulado conocimientos y ejercita su memoria en el diario vivir. El escritor galo muestra la dimensión, la auténtica por su valor perenne en la frase: “Cultura es lo que queda después de haber olvidado lo aprendido”. Como quien dice, la conducta, el comportamiento, el modo de ser que se lleva dentro y que aflora en toda ocasión y antes que las palabras, porque la semilla puede ser los conocimientos, pero el fruto son las acciones, los hechos con raíces en principios olvidados, pero que distribuyen la savia en cada decisión.

    En la comunidad internacional tenemos ejemplos diarios que se nos presentan como meta, pero no llegan a cuajar. Conocer la cultura japonesa abre inmensidad de sorpresas como sociedad ordenada, respetuosa, pacífica y muy amante de lo suyo. En Europa es evidente la distinción de la cultura latina y la de las naciones nórdicas o del centro del Viejo Continente. En Centroamérica también hay modelo que muestra la conducta ejemplar de los ciudadanos y las instituciones.

    ¡Qué cultura! Es la expresión en esos lugares en los que la convivencia armónica evidencia el respeto entre los ciudadanos y el amor a la historia y al paso juicioso de la sociedad. En San Pedro Sula la plaza de la cultura ha quedado congelada porque no hay asignación presupuestaria. Son dos años y los expertos en los recursos públicos no han logrado introducir en el presupuesto de Culturas, Artes y Patrimonio de Honduras la asignación respectiva para seguir la labor iniciada y continuada por los Rotarios. Si el andar se demuestra andando, la cultura de las personas y los pueblos se evidencia en los hechos que son cualificados en la sociedad de patrimonio y amante de su creatividad personal y colectiva.