29/04/2024
03:29 PM

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    Ese vocablo debe ser clave en nuestra conducta cotidiana, todo lo contrario del antónimo acaparar, sea que se trate de afectos, sentimientos o bienes materiales. La generosidad y solidaridad deben guiar la existencia de adultos, jóvenes y niños.

    Seamos o no creyentes, debemos agradecer diariamente el contar con salud, empleo, alimento, techo, ser optimistas ante el futuro, pese a las incertidumbres prevalecientes, en tanto miles de compatriotas y millones de hombres y mujeres en el mundo carecen de esas esencialidades vitales.

    Obviamente, unas personas poseen más ingresos que otras, lo que no es obstáculo para que cada quien, en la medida de sus posibilidades y realidades, demuestre con hechos concretos su altruismo, bondad, desprendimiento.

    Ese debe ser el espíritu, mensaje e imperativo, particularmente en esta época de fiestas de Navidad y de fin de año: dar mucho o poco de lo que poseemos al prójimo menos afortunado que nosotros sin esperar a cambio recompensas por el donativo.

    Basta y sobra con recibir una sonrisa, un gracias salido del corazón.

    No olvidemos nunca que tanto en nuestra patria como en diversas naciones, millones de seres padecen los efectos devastadores de guerras, hambrunas, inundaciones, sequías, epidemias, desplazamientos poblacionales internos y externos, además de soledad, angustia, desolación, desesperación.

    Esta cruel e inhumana realidad también está ocurriendo desde hace ya más de dos meses en Tierra Santa, la cuna del Redentor, en donde el frío invernal agrega sufrimientos adicionales a poblaciones civiles sometidas a bombardeos masivos, indiscriminados, por aire, tierra y agua, carentes de alimentos, agua potable, medicamentos, sin un techo que proteja de la intemperie, ya que se encuentran destruidos.

    Elevemos nuestras plegarias para que a la brevedad cese el conflicto bélico, sea en Palestina como en cualquier otro punto del planeta.

    Que retorne la convivencia pacífica entre los pueblos y familias, triunfando la paz y la concordia en reemplazo de la guerra, el odio, la discriminación, el racismo, sin imposiciones ni arbitrariedades emanadas de la ley del más fuerte.

    La natividad es y debe ser siempre una fecha dedicada a la reflexión, a la solidaridad fraterna y militante, al amor y la paz.

    Así sea.