Sin relacionar, pero relacionando, imitando la clásica expresión del gran comediante mexicano Chespirito, “sin querer, queriendo”, la Cancillería anunció la vigencia, próximamente, de la unión aduanera entre nuestro país y Guatemala cuando apenas se han extinguido los ecos de las largas filas de vehículos en las aduanas a la espera de la inspección de las mercaderías y el trámite administrativo correspondiente. Bienvenida la noticia.
“A partir del 15 de diciembre comenzará a materializarse la unión aduanera entre Honduras y Guatemala con la unificación de las aduanas en Agua Caliente, que constituyen el puesto fronterizo más importante entre ambas naciones”, la buena nueva del canciller Arturo Corrales.
Hay día señalado y la espera puede ser corta, si echamos una mirada al paso de las décadas que son muchas, desde que se lanzó el proyecto del mercado regional, centrado en la economía y el comercio, pero con la mirada dirigida hacia lo que fue la gran aspiración de los próceres: la Unión Centroamericana, pero como dice el adagio, “pueblo chico, infierno grande”.
El desafío lanzado por el gobierno hondureño está comenzando a dar frutos y aunque sea solo un primer paso de él depende el recorrido posterior que ojalá superase el ámbito comercial y las limitantes de la economía para adentrarse en los complejos problemas sociales de todos los centroamericanos, a los cuales han sido incapaces de dar respuestas organismos imitados en el exterior.
“Estamos hablando de casi el 50% de la población centroamericana entre Guatemala y Honduras, cerca del 52% del comercio interno centroamericano que estará incluido en la unión aduanera”, explica el ministro de Relaciones Exteriores, quien detalló que en seis meses se llevará a cabo la integración paulatina de tres puntos fronterizos más y 10 lugares periféricos entre las dos naciones.
Esperaremos con cautela y expectativa el inicio del novedoso modelo aduanero para ambos países con cuya regulación se logrará el 97% de armonización aduanera con libre movilización de personas y el paso libre de numerosos productos aliviando la labor aduanera y favoreciendo a los compradores en el mercado. Productos más sensibles, comunes en ambas naciones, mantendrán aranceles, aunque el objetivo debiera centrarse en la competitividad para ganarse mayor porción de mercado.
Las condiciones favorables están dadas y habrá que aprovecharlas para eliminar la especie de maleficio que rodea las iniciativas y esfuerzos por el Mercado Común Centroamricano, primero, y el Sistema de Integración Centroamericana, Sica, después. Un primer paso dado, no solo para dar, es lo más importante en un camino necesario a recorrer.