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Llueva, truene o relampaguee

  • 04 agosto 2021 /

    La presidenta en funciones del Consejo Nacional Electoral ha declarado, recientemente, que habrá elecciones generales en el mes de noviembre, no obstante todos los obstáculos que se deban enfrentar. Y eso es lo que todos los hondureños esperan. La renovación de las personas que dirigen los distintos órganos de Gobierno, la alternancia de las diversas fuerzas políticas en la dirección del país, es una aspiración común que nada ni nadie debe frustrar para asegurar la paz social, sin la cual no hay desarrollo ni progreso posibles.

    El bien común, la existencia de las condiciones materiales y espirituales para que cada hondureño, cada hondureña, pueda desarrollarse integralmente solo puede darse si los actores, individuales y colectivos, del panorama político nacional muestran un sincero compromiso con la patria al jugar limpio con los deseos de los votantes. Unos votantes que esperan que su voluntad sea respetada para que se recupere y profundice la confianza en el sistema democrático y no se vaya a poner en riesgo la convivencia armónica y civilizada que tantos sobresaltos ha padecido en poco más de una década.

    Aquello de “elecciones estilo Honduras” o escenarios propios de una “república bananera” debe convertirse, definitivamente, en cosa muy del pasado. Tenemos en la región pésimos ejemplos de manipulación de los procesos electorales que deben servirnos para tomar distancia de ellos y para lograr que la población tenga la seguridad de que el ejercicio democrático es auténtico y no una farsa prefabricada para justificar, local e internacionalmente, la permanencia en el poder. Porque lo peor que le puede pasar a nuestra aún joven democracia es que sus mecanismos terminen por desacreditarse y generen conflictos o indiferencia. Si las encuestas son de fiar, y parece que lo son, un alto porcentaje de la población en edad de ejercer el sufragio no se identifica plenamente con la política y los políticos tradicionales y desean un golpe de timón en el rumbo de la conducción de la nación. Si esa población no encuentra respuesta a sus anhelos, dará la espalda a los futuros procesos o buscará encontrar mejor futuro lejos de las fronteras patrias y el país continuará con un derrotero incierto y ayuno de esperanza. Por lo anterior, Honduras y su gente esperan no solo que haya elecciones, sino que estas sean transparentes, confiables y respetuosas de la voluntad popular para que lleguen al poder las mejores mujeres, los mejores hombres, que trabajen con verdadero compromiso para que todos podamos vivir, crecer y aspirar a descansar en este suelo.