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De último minuto

  • 24 mayo 2021 /

Editorial, 24 de mayo 2021.

    Donde sobreabunda la estridencia y el consenso no está ni en pañales las secuelas son nefastas para la población, y por mucho que se le dé vuelta al discurso y se multipliquen las anotaciones en la agenda, no aparecen, ni como fantasma, el bienestar económico y la convivencia en paz.

    A escasos días de la convocatoria, el asunto de las reformas electorales seguía empantanado y, quizá, en el último minuto, se logre algo, a lo que se le podrá aplicar aquello de “peor es nada”, que no es más que un eufemismo, ya que el problema seguirá ahí.

    Todo desde casa u oficina y bien cuidados es el ambiente entronizado en las labores legislativas, que no aplica las medidas de bioseguridad en la sede del Legislativo tras más de un año de pandemia, en el que, poco a poco, se hace cada vez más presente la nueva normalidad, para muchos, anormalidad, pensando en el pasado cercano.

    Claro que ya para qué si estamos en la recta final y la campaña es el destino, siempre sufragado por el presupuesto, de quienes aspiran a seguir en el puesto. Los acercamientos virtuales y las labores por medio de Zoom, de momento, no abonan la transparencia y mucho menos la confianza de la ciudadanía, que resiente fuertemente la escasez de valores.

    En un asunto tan importante no solo para fortalecer el sistema de libertades, sino para evitar tragedias y no seguir ahondando la fisura social, hasta la representación de la ONU en nuestro país ha hecho escuchar su voz. Eso sí, “con el debido respeto”. “Instamos a las fuerzas políticas en el Congreso Nacional a finalizar esta importante tarea para que la nueva normativa electoral pueda brindar seguridad jurídica a la contienda electoral y certidumbre al pueblo hondureño”.

    No se escucha, padre. Aunque salgan con reformas en el último segundo no será más que una manita de gato, pues el avance en el sistema legislativo electoral, en el limbo y la confianza de la población en deterioro con sospechas alimentadas en las dirigencias partidarias, donde fabrican lo “bueno y malo”.

    La composición de la mesa electoral, receptora de votos, conteo de papeletas, escrutinio y llenado de actas es todo un camino de pocos minutos, si hubiese confianza y credibilidad con base en consenso. Pero se convierte en un trayecto cuesta arriba, donde los vicios son los mismos o similares, sin apuntar hacia el alejamiento de los partidos de las mesas para evitar que sean juez y parte, el voto electrónico, segunda vuelta, transmisión de datos y contundencia en la lucha contra el fraude. ¡Casi nada!