25/04/2024
09:56 PM

Desaparecidas

  • 19 septiembre 2020 /

Editorial, 19 de septiembre 2020.

    “Mi abuelito me contaba que los domingos iba a pescar a Ticamaya”, escuchamos hace unos días, al tiempo que se conocieron operativos de autoridades de la Fiscalía, Fuerza de Tarea Ambiental y otros organismos responsables de la defensa y conservación del ambiente que recorrían los terrenos que un día, muy lejano, cubrían las aguas de las lagunas Jucutuma y Ticamaya. Nada hundirse en el lodo, que también desapareció, sino en terreno con maleza alta y hasta algunos árboles, y las gráficas de LA PRENSA son el innegable documento de la acción depredadora de las personas.

    Los técnicos podrán presentar numerosas explicaciones de la desaparición en un 95% del espejo de agua, apunta el rotativo, pero con total evidencia el fenómeno no se debe principalmente a causas naturales, muy comunes en nuestro país, sino a la extracción y explotación irracional del agua, como si nunca se fuera a acabar, y a la desaparición de cauces que nutrían las dos lagunas.

    La expansión urbana desordenada de los municipios de San Pedro Sula y de Choloma, sin la exigencia real y efectiva de licencia ambiental, han ido agotando en los últimos años el agua, pero el golpe más demoledor llegó, lo constituyen los canales de desagüe para riego y otros sectores productivos con ausencia “cómplice” de autoridades.

    Personal del Ministerio Público se desplazó para verificar la situación irreversible por la tardía intervención, pues lo que fue ya no será por invasiones con elementales viviendas levantadas y terreno cultivado. “Entre todos la mataron y ella sola se murió”, es la expresión clásica de una acción colectiva en la que la autoría se diluye en la multitud.

    A juicio de la ingeniera ambiental Diana Betancur, la laguna de Jucutuma ha acelerado el proceso de envejecimiento por la invasión de elementos extraños que no fueron removidos. Algo así como en el organismo humano afectado por virus que puede terminar en muerte. El deceso de Jucutuma se puede inscribir, pues a la absorción y llegada de contaminantes se suma la desaparición de la conexión con el río Chamelecón y otros cauces que proporcionaban agua a la laguna.

    Toda una desgracia en la naturaleza que se suma a otras muchas que van eliminando no solo las bellas imágenes del verdor natural, sino que debilitan notablemente la calidad de vida de los sampedranos, cada vez con menor inmunidad y más necesitada de cuidados médicos y hospitalarios. Quienes pescaban en la laguna de Ticamaya no necesitaban tanta atención médico-hospitalaria.