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Disney

  • 08 diciembre 2019 /

Arrancar de raíz la corrupción exige una labor permanente y sin descanso por generaciones.

    “No más viajes de compras o viajes a Disney”, señala el Departamento de Estado. Muy desvergonzadamente no faltará quien responda ‘nos vamos a Europa’; pero calará más aquello de “no más estudios prestigiosos” en la Unión Americana para familiares. Se va estrechando el cerco y falta atacar de frente la barrera más alta y segura tras la que se ocultan los que serán señalados.

    “Próximamente suspenderán los viajes de líderes y funcionarios corruptos, los nombrarán y avergonzarán públicamente”. Ya es hora de llamar las cosas por su nombre, ayudar a que reaccione la sociedad hondureña, pues desgraciadamente seguimos viviendo bajo el estándar inmoral de que nadie se desprestigia, se eluden los tribunales y aquello de la honra, la reputación y el respeto no cuenta y todo pasa sin que pase nada.

    Puede ser una visión pesimista, pero la historia cercana y los acontecimientos diarios son evidencia de los hechos que agarran fuerza con la impunidad, hoy con avanzado empuje desde el campo legislativo.

    No será la solución, pues arrancar de raíz la corrupción exige una labor permanente y sin descanso por generaciones, de manera que, del castigo merecido, no persecutorio, logre nuestra sociedad reaccionar como sociedad, aislando el virus, para mitigar la corrupción y lograr eliminarla con la aplicación de la ley, que sea justa, no acomodada, como se está buscando.

    La ONU señaló el 9 de diciembre el Día Internacional contra la Corrupción, cáncer en la sociedad por su complejidad en lo económico, político y social que pasa fronteras, como la multinacional brasileña de la construcción. En Honduras sobreabundan y sobran las evidencias en licitaciones, contratos, incumplimientos en tiempo y forma, preferencias en los complejos procesos administrativos con arreglo de “compadres” y “consumo” personal de recursos en nombre de las comunidades más pobres.

    De que los hay, los hay. En un país pequeño como el nuestro todos nos conocemos y sabemos qué tenía, qué tiene y qué hizo para su meteórico ascenso. Poner trabas para seguir la pista es la metodología, de tal manera que sea el tiempo y no la justicia quien dé su veredicto, olvido en una sociedad cómplice e inocente para una justicia “sui géneris”.

    Afuera se señalan castigos, pero la verdadera ofensiva que debiera ser con todo y de todos los hondureños para que quien la haga la pague pronto, pues la miseria, la pobreza, la educación, la salud y el desempleo exigen respuestas ya.