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Oabi y Joya Grande

  • 01 septiembre 2018 /

    “Me llamaron de la Oabi para decirme que me van a ayudar a resolver la situación”. Desaparece el ceño fruncido de la doctora veterinaria al frente del zoológico Joya Grande, cuya administración y cuidado de las especies de animales que se hallan en el parque atraviesan dificultades, pese a que también es utilizado para recibir animales, más de un centenar, del Ministerio Público y del Instituto de Consevación Forestal (ICF) que los entrega y si te vi no me acuerdo. Algo así como personas irresponsables que abandonan sus mascotas cuando ya no les sirven de entretenimiento, les llega una enfermedad o simplemente, como a todo ser vivo, se les acerca el final de su vida.

    En los ámbitos personal y familiar lo mismo que en el oficial o público influye mucho aquello que se enseña aún en escuelas, colegios y universidades, para dividir los animales en racionales e irracionales, como si estos no tuvieran sentimientos y fuerzas suficientes para llevar adelante su vida pese a que tienen que enfrentar, en desventaja, a los primeros que dicen gozar de razón, inteligencia.

    En nuestro país son pocos los zoológicos y además en precarias condiciones para sus moradores, puesto que pese a los cuidados e instalaciones habrá tales deficiencias que hasta en la mirada se les puede observar que cuidan su existencia, pero no en la libertad de la naturaleza que les proporciona su energía vital, la salud en su organismo y el balance requerido entre las especies para contribuir al bienestar de todos los vivientes, también del ser humano.

    Hablar de Joya Grande en estos momentos es presentar un problema al que se le va dando una inmediata solución, pero es necesario que sea permanente para asegurar no solo la vida de estos seres, sino la calidad en la alimentación, con una inversión de 750 mil lempiras mensuales; los salarios del personal que los cuida; el gasto en agua, luz y el mantenimiento de las instalaciones. Todo un desafío diario que se incrementa con la exigencia de una renta desproporcional que no considera la misión y el servicio en favor de seres vivos.

    A los altos costos originados en la entrega de especies decomisadas y para las que no se reciben recursos, hay que sumar la reducción del número de visitantes, lo que incide en las finanzas y agrava la administración del zoológico y puede llegar a afectar la vida de especies animales por irresponsabilidades. En la Oabi tienen la palabra, pero mejor acciones que den solución a la habitación de la casa común, Joya Grande, en la que hay 409 seres vivos, cuya existencia es importante para la salud del ambiente y para bienestar de todos los vivientes.