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Un consejo a tomar en cuenta

  • 08 enero 2018 /

El Salvador hace un llamado de atención al diálogo.

    San Pedro Sula, Honduras

    Dentro de las notas de felicitación o de reconocimiento de los resultados del pasado proceso electoral hay una que incluye un consejo que todos los hondureños, pero, sobre todo los dirigentes políticos, debemos tomar en cuenta. Ese consejo procede del presidente de una nación hermana que, durante décadas, padeció una guerra fratricida que dejó miles de muertos, una economía al borde del colapso y una degradación legal y social que, en parte, dio origen al fenómeno de las maras, que hoy se ha convertido en un problema que ha rebasado las fronteras regionales y ha extendido sus tentáculos hasta los Estados Unidos y la misma Europa.

    En su misiva, el gobierno del señor Sánchez Cerén, presidente de El Salvador, nos hace un llamado de atención y nos recuerda que solo el diálogo puede evitar una situación de la que todos podemos llegar a lamentarnos y en la que solo hay perdedores, ya que, cuando al país le va mal, nos va mal a todos.

    Obviamente, si hay algo que hace falta para que una persona esté dispuesta a seguir un consejo es poseer esa virtud tan poco comprendida y tan necesaria como es la humildad. Solo una persona humilde sabe reconocer sus errores, poner el interés de los demás por encima del suyo o negociar soluciones que, aunque impliquen algún tipo de renuncia, significarán un bien superior al pretendido porque es mucho más abarcador que el primero. En un proceso de negociación maduro y responsable se cede y se concede por el bien de la mayoría, se hacen a un lado caprichos y planes personales, se privilegia el bien común sobre el particular y, claro, renunciar a unos planes, a unos sueños, a un pretendido derecho, no es fácil para nadie. La humildad exige madurez, y debe ser acompañada por otras virtudes como la magnanimidad o la fortaleza. Porque solo el fuerte es capaz de tragarse su orgullo, pisotear su soberbia y pensar en los demás antes que en sí.

    Lo que pasó en algunas de nuestras ciudades, sobre todo en San Pedro Sula, los últimos días de noviembre y primeros de diciembre del año recién pasado no debe repetirse bajo ningún punto; el daño económico, psicológico y social que se produjo no tuvo ninguna razón de ser. Desafortunadamente nunca faltan personas inescrupulosas o delincuentes comunes que aprovechan situaciones como la sufrida para saquear, asaltar y robar.

    La responsabilidad histórica que tiene hoy nuestra clase política es imponente. En esta coyuntura vamos a conocer quiénes aman de verdad a Honduras y quiénes no ven en ella más que un medio para satisfacer sus intereses egoístas. El pueblo está a la expectativa y listo para juzgar a sus dirigentes.