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Ya basta

  • 03 diciembre 2017 /

Varios son los factores que contribuyeron abiertamente a agravar la situación.

    San Pedro Sula, Honduras

    No se conocían en la historia moderna del país los actos de saqueo, destrucción y odio que en los últimos días han marcado trágicamente la vida de los hondureños, no solo de víctimas mortales y familiares, sino de centenares de empresarios, pequeños, medianos y grandes, cuyas empresas y negocios fueron destruidos, pero también de la mayoría de los hondureños honrados, tranquilos y golpeados en sus derechos humanos como personas y como ciudadanos. Lo que habíamos visto en otros lugares y consideramos, con toda razón, que no merecemos los hondureños, nos llegó y en niveles en los que la indefensión de las víctimas era absoluta y los victimarios con impunidad avasalladora se apoderaron por horas de nuestros barrios y ciudades.

    Varios son los factores que contribuyeron abiertamente a agravar la situación y encauzar el problema político hacia disturbios, violencia y violación de los derechos fundamentales. El llamado a la protesta y la colusión, silencio, durante los actos vandálicos y horas después es más que ilustrativo y debiera ser prueba para exigir responsabilidades en el campo político, pero también, si hay mérito, en el área penal.

    Claro que no resultaba fácil a los cuerpos de seguridad enfrentar la violencia, pues, el adiestramiento era manifiesto, no se trataba de brotes espontáneos ajenos a las protestas, sino acuerpados por quienes siguen clamando y obstruyendo el normal, participativo y transparente conteo de las urnas.

    Pero hay también, sin duda, otro elemento del que fuimos víctimas todos, agudizando la incertidumbre, el temor y la angustia. Las redes sociales se han convertido en el gran campo de batalla en el que la casa, la banca del parque, la oficina, un país lejano se transforma en trinchera, segura y confortable, para bombardear. Nos referimos a las redes sociales de las que hemos estados pendiente estos días y en las cuales nos hemos podido convencer de los mayores “bulos”, mentiras y medias verdades que han amargado los días, nos han mantenido nerviosos y hasta nos han hecho tomar decisiones a las que, serenamente después, hemos calificado de “sin sentido”.

    Así explicaba José Luis Cebrián, ejecutivo español en el campo periodístico: En las redes “actúan a favor y en contra, porque lo que quieren generar es confusión y conflicto porque afecta al sistema representativo y a la estabilidad política y económica de los países”. Por el poder, entre nosotros, el fin justifica los medios aunque se atente contra la vida e integridad física de las personas; se ahuyente la inversión y el empleo; y la seguridad y la convivencia sigan siendo utopía...Ya basta...