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Muro y canales

  • 17 febrero 2017 /

    A grandes males, grandes remedios, aconseja la sabiduría popular, aunque para ello señala que la necesidad agudiza el ingenio. Los desafíos son oportunidades y para algunos países, como el nuestro, los aires adversos de Washington pueden constituir empuje favorable para confiar más en las propias fuerzas y hacer uso más eficaz y racional de los exiguos recursos. Las primeras muestras de la administración republicana en la Casa BLanca están bien claras y cuando se diga, planee y actúe es para ayer.

    En tiempos de muros, revisión comercial y políticas proteccionistas la respuesta es iniciativa, búsqueda y acercamiento a mercados en otras latitudes para lo que la producción industrial y agrícola deben contar con inversión, pero también con renovación en infraestructuras que acerquen más los mercados de millones de consumidores.

    El istmo centroamericano, incluido el sur de México, echa su mirada de un océano a otro en búsqueda de mercados europeos o del ámbito asiático. Al centenario y ampliado recientemente canal de Panamá hay que sumar el proyecto en Nicaragua, adelantado ya, aunque no se ha dado respuesta favorable a la población que será afectada si no hay garantías en la defensa y protección del ambiente. A estas dos obras interoceánicas hay que añadir otros dos canales, en estos casos “seco” , para unir del Pacífico con el Atlántico. En nuestro país se halla avanzada la carretera de cuatro carriles que unirá el litoral pacífico con la costa del Caribe.

    En México, y ante la cercana e irreversible política económica, comercial y migratoria, el Gobierno ha retomado el proyecto del canal seco, corredor ferroviario y vial entre el Golfo de México y el Pacífico, en la parte más estrecha de su territorio, el denominado istmo de Tehuantepec. El desarrollo e interés por esta zona es anterior a la llegada de Donald Trump, pero las condiciones actuales hacen más oportuno el proyecto Transístmico que es respaldado por el gobierno de Enrique Peña Nieto.

    La apuesta no puede ser otra, desde lo nuestro, pues la fuerza de la globalización se debilita con políticas que revierten la situación y aquello de la aldea global, regresa a lo global de la aldea. Y qué sonoro y bonito se presenta el mensaje, como cuento de hadas, de ¡país feliz! en el que la causa y la culpa de los males la tienen los otros, los que llegan, los que no son “nuestros”, aunque quienes se jactan con la discriminación y exclusión, no hace mucho también llegaron, ellos o sus antepasados.

    Ojalá la respuesta como reacción a la nueva situación surja de nosotros sin temor, con confianza colectiva y afianzamiento de la credibilidad en quienes nos gobiernan para que desde el trabajo, el sacrificio y la disciplina eliminemos la sumisión, revestida de espera, e identifiquemos nuevas rutas y alcanzables metas en el corto y mediano plazos.