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La temporada más solidaria del año

  • 03 diciembre 2016 /

Hay una serie de tradiciones navideñas que nos obligan a salir de nosotros mismos e ir al encuentro del prójimo.

    Hay un resorte oculto en las personas que las mueve a ser más desprendidas y generosas y que acostumbra a activarse en esta época del año. Desde que comienza diciembre no solo el clima se percibe más benigno, sino que la misma convivencia humana se facilita, y se abraza y felicita a los demás, incluso a los que se tratan con menos asiduidad, lo que resulta en un ambiente mucho más amable del que se respira el resto del año.

    Hay una serie de tradiciones navideñas que nos empujan a acercarnos a los demás y que nos obligan a salir de nosotros mismos e ir al encuentro del prójimo. En muchos lugares de trabajo se organizan, para el caso, intercambios de regalos por medio de los llamados “cuchumbos” o se llega a tener “amigos secretos” que nos hacen pequeños presentes y tienen manifestaciones de afecto que no hay quien los rechace. Luego, no falta a la hora de las comidas alguien que aparezca con un tamalito, con una torreja o unas galletas decoradas para la ocasión.

    En Honduras, además, diciembre es el mes de la Teletón. Esta entidad privada no sin razón se ha arraigado tan fuertemente en el corazón de la ciudadanía, porque presta un servicio a la comunidad, prácticamente gratuito, de tal dimensión, que para las personas que necesitan de su ayuda y para el país entero hay un antes y un después de la Teletón en la atención que se ofrece a los diversos padecimientos que ahí tratan.

    Es común, también en esta temporada, que distintas entidades públicas y particulares promuevan actividades en favor de los más necesitados. Se distribuye ropa que proteja del frío, se reparte comida, se regalan canastas de insumos básicos para familias pobres, se lleva música y alegría a asilos y orfanatos, etc. La generosidad también se vive visitando a la familia extensa y dedicando tiempo a un pariente enfermo, a un abuelo ya mayor, a un amigo al que golpea la soledad, la enfermedad o la tristeza.

    La Navidad nos recuerda que no somos seres aislados, que somos interdependientes, que nos necesitamos los unos a los otros, que la solidaridad es un valor esencial para lograr una convivencia armónica para aspirar seriamente a la felicidad. Una sociedad, un país, en el que los problemas del prójimo nos dejen indiferentes son una sociedad y un país inhumanos.

    Dejémonos llevar por el espíritu navideño y procuremos desprendernos de nuestras cosas y de nosotros mismos para pensar en los demás. Al final, ningún servicio que prestamos a los demás queda sin recompensa.