27/04/2024
04:44 PM

Tambores de guerra en el Golfo de Fonseca

Víctor M. Ramos

El día 27 de octubre del año 2021, los Gobiernos de Honduras y Nicaragua firmaron un tratado para ratificar, con el mismo espíritu centroamericano con que se suscribieron múltiples declaraciones que establecen que el Golfo de Fonseca es zona de paz, desarrollo sostenible y seguridad y que llaman a avanzar en la integración de la región para convertir e Golfo en una zona de libertad, democracia y desarrollo.

El tratado fue ratificado por la Asamblea Nacional de Nicaragua y está pendiente su ratificación por parte del Congreso Nacional de Honduras.

El ánimo de ambos Gobiernos, como han dicho en el documento, inspirados en el espíritu de paz de Augusto César Sandino y de Francisco Morazán, está orientado para dar un paso al frente en la solución de la delimitación de las aguas del Golfo de Fonseca, cuya jurisdicción la concedió a los tres Estados ribereños la Corte Internacional de Justicia, que mandó también que la delimitación fuera asunto del entendimiento de los tres Estados.

El Salvador, a pesar de que el Fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre este asunto ya es cosa juzgada y no tiene vuelta atrás, ha mostrado, casi permanentemente, su desinterés en cumplir el mandato internacional y, por el contrario, ha sostenido demandas y reclamaciones que no tienen asidero legal en relación con la trinacionalidad del Golfo de Fonseca y la salida al Pacífico a que tiene derecho Honduras.

Lo más preocupante y grave es que el gobierno de El Salvador, durante la gestión de varios mandatarios, incluido el Presidente Buckele, ha hecho uso de la fuerza y la agresión, en el último caso, enviando embarcaciones artilladas a adentrarse en las aguas cuya soberanía corresponde a Nicaragua, acompañadas estas incursiones ilegales con declaraciones que reclaman como suyas, para El Salvador, las aguas que Nicaragua sostiene que están dentro de sus fronteras.

No quiere El Salvador entendimientos entre Honduras y Nicaragua, pero también rehúsa la solución del diferendo.Nicaragua, con un espíritu centroamericanista y sabedor de que en la actualidad existen mecanismos que permiten la resolución de esos conflictos mediante la negociación y el sometimiento a los tribunales internacionales ha elevado una protesta enérgica y demanda que El Salvador se someta a esos procedimientos pacíficos para superar estas diferencias en la aplicación de los dispuesto por la Corte Internacional de Justicia.

Honduras, como país, y su Estado se ha enfrentado casi permanentemente a esa hostilidad salvadoreña que en una ocasión reciente se tradujo en una invasión al territorio guaymurense con tremendo saldo de pérdida de vidas, de bienes e ingresos fiscales como consecuencia del cierre de las fronteras al comercio y a las personas entre Honduras y El Salvador. Honduras es también partidario de las soluciones negociadas y pacíficas.

Ningún país centroamericano, mucho menos los países que limitan con el Golfo de Fonseca, a mi entender, está interesado en resolver sus asuntos entre vecinos mediante el uso de la fuerza.

La guerra no traerá nada beneficioso a nuestros pueblos, hermanos tradicionales, a lo largo de la historia, partícipes en unidad de la gran gesta Morazánica que liberó a Centroamérica de la tiranía de los conservadores, logro que estamos obligados a restablecer.

El camino es la negociación en paz, la cooperación mutuamente ventajosa para enfrentar los grandes problemas que nuestros países han heredado de un pasado truculento en donde los pueblos fueron víctimas y no protagonistas.