04/05/2024
11:17 AM

Rectificar es de sabios

  • 05 agosto 2023 /

“Errar es de humanos, perdonar es divino, rectificar es de sabios”, escribió alguna vez el poeta inglés Alexander Pope. La frase tiene razón. Es propio del ser humano equivocarse (nadie es perfecto), así como es propio de Dios otorgar el perdón a aquellos que se lo pidan arrepentidos (Lucas 5:21-25; 1 Juan 1:9-10). Por la imperfección, el ser humano tiene la tendencia a caer en dos trampas tocantes al perdón. La primera es creer que el mal que se hace no importa porque se puede pedir perdón después. Y la segunda es limitar el perdón de Dios.

El punto principal de la parábola de “los dos deudores” contada por Jesús (Mateo 18:23-35) es aclarar que Dios perdona generosa e infinitamente; sin embargo, se debe aceptar su perdón y comportarse de manera consecuente.

Existe, asimismo, el mandamiento de perdonar a otros tal como se ha sido perdonado por Dios.

Pero como dijimos, el perdón es propio de la naturaleza divina, no de la humana. Es solamente a través del Espíritu de Dios que se puede perdonar.

Hoy, las cosas no han cambiado. Todos necesitamos el perdón de Dios, así como darle lugar al perdón en nuestro corazón. La vida eterna nos lo demanda.

De ahí que si estamos conscientes de nuestros malos actos y de que estos afectan también a otros y entristecen a Dios, es tiempo, entonces, de rectificar. “Quien esconde su pecado —dice la Biblia— jamás puede prosperar; quien lo confiesa y lo deja, recibe el perdón” (Proverbios 28:13, TLA). Y todavía: “Cambien su manera de pensar y de vivir y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo —instó el apóstol Pedro—. Así Dios les perdonará sus pecados y recibirán el Espíritu [de Dios] como regalo” (Hechos 2:38, PDT). Solo así podremos decirle a Dios en oración: “Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores”.