Hace ya bastante tiempo tuve privilegio de viajar en la cabina de los pilotos en un avión ATR-42 hasta Roatán, la paradisíaca isla del Caribe hondureño. Fue una invitación del capitán Carlos Araya y su copiloto, lectores de esta columna. Ahí me explicaron muchos pormenores de esta extraordinaria nave. Dirigido a través de señales de radio emitidas por estaciones a lo largo del recorrido, el avión se conduce literalmente solo de una a otra hasta llegar finalmente a su destino. Así avanzan con seguridad, utilizando el “piloto automático”.
Creo que Dios también nos dotó a usted y a mí de una especie de “piloto automático”. Por eso desde que nos levantamos cada mañana hasta que nos acostamos a dormir, nuestros hábitos controlan las cosas que hacemos, cómo reaccionamos, cómo respondemos a las situaciones y hasta las palabras que utilizamos para comunicarnos con los demás.
¿Qué es un hábito? Se ha definido como una respuesta automática a una situación o a un estímulo. En otras palabras, es algo que hacemos de manera fácil y automatizada, sin pensarlo ni esforzarnos, por eso una vez formado el hábito adquiere un impulso propio y controla nuestras respuestas y nuestra conducta ante los acontecimientos que nos ocurren diariamente. Por ello, los expertos aseguran que primero nosotros formamos nuestros hábitos y luego los hábitos nos forman a nosotros.
Como todos sabemos, los hábitos se forman por la repetición de un hecho o de un pensamiento. Así se forman tanto los malos hábitos como los buenos hábitos. Como resultado en hábitos de pensamiento hay gente con HP (hábitos perdedores) que se concentran en las dificultades y encontrar culpables. Y también gente con HG (hábitos ganadores), que se concentran en soluciones y cómo aplicarlas. “Cuesta desarrollar buenos hábitos, pero es fácil vivir con ellos, no cuesta mucho desarrollar malos hábitos, pero es difícil vivir con ellos”, nos dice Brian Tracy. Y agrega: “Los hábitos que tienes y los hábitos que te tienen decidirán casi todo lo que logres o no puedas lograr”.
LO NEGATIVO: No percatarnos del daño que nos hacen los hábitos perdedores.
LO POSITIVO: Comprender que nuestra labor consiste en formar HG ¡hábitos ganadores! y dejar que ellos nos guíen hacia el éxito.
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