29/04/2024
12:18 PM

Premios Princesa de Asturias

Henry Asterio Rodríguez

El Premio Princesa de Asturias es un galardón que se concede a personas y/o instituciones que hayan contribuido de forma extraordinaria y ejemplar al progreso y al bienestar de la sociedad en los ámbitos científico, técnico, cultural, social y humanitario. Establecido en 1981, tiene como presidente honorario de su fundación al heredero de la corona española, de quien recibe el nombre, al ser el título real que corresponde al hijo(a) primogénito(a) del monarca.

Por esto, desde su creación hasta el año 2014, fue denominado “premio Príncipe de Asturias”, pero ese año, tras el ascenso de Felipe VI al trono, el patronato de la fundación aprobó el cambio de nombre de la institución y el premio a “Princesa de Asturias” en honor a la princesa heredera, S.A.R. Leonor de Borbón y Ortiz. En las últimas décadas, estos premios se han granjeado un lugar importante en el panorama internacional, al punto de ser llamados los “Premio Nobel españoles”. En un inicio su atención recaía en la producción hispánica y latinoamericana, pero ahora han ido amplificando su campo de mira, al punto que, en su más reciente edición, el pasado sábado 21 de octubre han contado con galardonados de más de diez países: Italia, Francia, Chile, India, Colombia, Kenia, Estados Unidos, Alemania, Malaui y Japón. Los ganadores de este año en las seis categorías que se premian tradicionalmente han sido: La recientemente fallecida historiadora Hélène Carrère D’ Encausse (Premio Ciencias Sociales); El también fallecido Filósofo y escritor Nuccio Ordine (Premio Comunicación y Humanidades), La ONG Iniciativa Medicamentos Para Enfermedades Desatendidas (Premio cooperación Internacional); Los científicos Jeffrey Gordon, E. Peter Greenberg y Bonnie L. Bassler (Premio a la Investigación Científica y Técnica); El gran escritor japonés Haruki Murakami (Premio a las Letras); El corredor keniano Eliud Kipchoge (Premio a los Deportes); La ONG alimentaria Mary’s Meals (Premio a la Concordia), y la actriz Meryl Streep, (Premio a las Artes). Este tipo de premiaciones no son para nada un regodeo narcisista de la intelectualidad, por el contrario, son la oportunidad para dar conocer al mundo la labor y el esfuerzo de muchas personas que, a través de su profesión, trabajo y vocación, procuran el bien y el desarrollo de la humanidad. Como ha dicho la princesa de Asturias en su discurso: “Permiten el aprendizaje continuo con personas que han elegido una vida de servicio con grandes exigencias y renuncias personales”. Y esto es clave para la formación de la conciencia de las nuevas generaciones, pues actualmente, en lugar de promoverse el conocimiento, el servicio y la excelencia, se enarbola la ignorancia, la ganancia personal y la ley del mínimo esfuerzo.

Es urgente que nuestra sociedad recupere la valía del reconocimiento, pues la ejemplaridad debe considerarse un estimulante y no un “motivo de traumas” y “frustraciones”. Porque el aplauso nunca será un fin en sí mismo, sino el resultado del trabajo y del espíritu de superación, por aquello que aporta, no solo el hacer, sino el ser de quien ha decidido donarse a los demás.