27/04/2024
12:50 AM

Niños fuera de las aulas

Renán Martínez

Están por todos lados, en las calles, se les ve bajo los semáforos, esperando la luz roja, estropajo en ristre, para limpiar los vidrios de los carros con la fe de que recibirán una retribución monetaria o un mendrugo de pan. Algunos son observados, a una prudente distancia, por el familiar o un algún particular que les enseñó a vivir de la caridad pública, aguardando que terminen su jornada para pedirles cuenta de lo recaudado.

A pesar de todo, estos menores son más afortunados que otros que no tienen techo. Por eso viven en las calles en forma permanente, no tienen otra alternativa que luchar en soledad por sus vidas o haciendo equipo con otros niños y niñas que se encuentran en las mismas condiciones. La mayoría de estos 18 mil niños disgregados en todo el país han tenido que migrar a las calles por diversas razones, entre ellas, abuso sexual, físico y emocional o por el rechazo de su propia familia.

Estadísticas señalan que cuatro de cada diez de estos menores caen en las garras de adicciones a diferentes estupefacientes entre los que predominan el pegamento para cuero que inhalan en bolsas plásticas ante la mirada indiferente de la gente. Llegaron a las calles huyendo de la violencia en sus miserables hogares y entran a un mundo más proclive a la violencia del que se defienden delinquiendo. Es entonces cuando se convierten en caldo de cultivo para las organizaciones criminales que fácilmente los incorporan a sus filas.

Son muchos los planes que presentan los gobiernos para mejorar el anacrónico sistema de educación del país, pero son escasísimas las acciones que se toman para rescatar a los niños de la calle y ponerlos en el camino hacia las aulas escolares. Si tales acciones se hubiesen tomado años atrás, no se hubieran descarriado tantos jóvenes que ahora integran las estructuras criminales que mantienen en vilo a la población. La creación de fuentes de trabajo, es uno de los factores que ayudarían aminorar el problema, tomando en cuenta que algunos de los menores tienen que rebuscarse en las calles de cualquier forma, porque sus padres no tienen un trabajo permanente.

Si nuestras autoridades no dan una respuesta inmediata a esta problemática social, este ejército de desamparados seguirán engrosando las filas de las maras con el consiguiente agravamiento de la inseguridad del país.

Es importante tomar en cuenta que la educación es uno de los pilares en los que descansa el desarrollo de una nación y por lo tanto debe beneficiar a los hondureños de todos los estratos sociales y cumplir su condición de obligatoria.